De pié los muertos/Prólogo

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(De pié los muertos)

Hoy que el mundo –la patria del poeta–

todo sangriento y enlutado gira,

debe exhalar sonidos de trompeta

y sollozos de océano la Lira!


Hoy del bardo la voz debe ser grito

de conmiseración y de protesta,

trueno que repercuta en lo infinito

como el del Tequendama en la floresta.


Hoy el poeta que ante el gran combate

como asustado ruiseñor abate

alas y arpegio en el blandor del nido,


que no descarga a modo de piqueta

su verso, y calla ante el mundial rugido

de indignación, ¡ni es hombre... ni es poeta!


II


El verdadero vate en esta hora

negra, de excepcional desasosiego,

debe pulsar la cuerda vengadora

que silba como un ¡látigo de fuego!


Debe entonar el canto que apostrofa

y que la maldición lleva consigo,

y convertir la orquesta de la estrofa

en somatén, y ¡el númen en castigo!


Debe azotar con cláusulas bravías

a aquellos que, con ínfulas de guías

excelsos, consumaron el desastre:


monstruos a quien nada les importa

que miseria y dolor el mundo arrastre,

ya que el mundo los ama... ¡o los soporta!