De pié los muertos/La guerra

La guerra editar




Desbocado partió por entre el monte

el huracán –corcel de la borrasca–

llevando hacia el confín del horizonte

un denso remolino de hojarasca.


La lluvia torrencial arrasó el campo

y bramo el mar y desbordóse el río,

y la centella con su rojo lampo

como un puñal atravesó el vacío.


Y la noche llegó –fosca y profunda

como el dolor sin esperanza –¡Oh, Guerra

ciclón humano!– tu explosión rotunda,


Más que el fragor de la borrasca aterra,

Pues la borrasca, al destellar, no inunda

De sangre y llanto, ¡como tú, la tierra...!