De pié los muertos/Dios Mio!
Dios Mio!
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¿Por qué hiciste, Señor –¡oye mi queja!–
al tigre que, famélico, del risco
abrupto baja al sosegado aprisco
a hundir su garra en la apacible oveja?
¿Por qué, Señor, creaste la serpiente
que oculta en un recodo del camino
hinca en el descuidado peregrino
su largo, agudo y venenoso diente?
Ah, todo puede ser... pero, ¡Dios mío!
Por qué formaste al hombre, ese sombrío
ser más feroz que el tigre y la serpiente;
¡como él junta al instinto de la fiera
La reflexión, sobre el planeta impera,
refina el mal y lo hace omnipotente!