Al Papa editar




¿Qué hiciste de tus ígneos anatemas?

¿qué del sonante látigo que un día

blandió el manso Jesús? ¿A dónde remas,

oh, Pescador, en noche tan sombría?


El Teutón y el Austriaco en pavoroso

desbordamiento arruinan los santuarios

donde se adora al ¡Todopoderoso!

Y tú... ¡sigues rezando tus rosarios!


¡Ni un grito aún de divinal coraje,

ni un encendido apóstrofe siquiera

que estigmatice el proceder salvaje!


No una fugaz reprobación cualquiera

es lo que aguarda, tras de tanto ultraje,

la humanidad... ¡Tú fallo es lo que espera!