DE LA ORTOGRAFÍA CASTELLANA [1]


No se trata hoi de ninguna innovacion, de ninguna reforma nueva en materias ortográficas, sino esclusivamente de la cuestion si debemos conservar i prescribir definitivamente para todos los establecimientos de la enseñanza del Estado i para todas las publicaciones oficiales, aquella ortografía que debe su oríjen al jenio de un Andres Bello i que hasta el dia de hoi goza de la mas jeneral aceptacion en Chile, o si debemos abandonar las costumbres seguidas en los últimos diez lustros para aceptar la Ortografía que tiene a bien prescribir la Real Academia Española.

Segun mi opinion, hai tres lados desde los cuales podemos mirar la cuestion. Primero tenemos que decidir si debemos o no conceder autoridad absoluta a la Real Academia Española; resultando que la autoridad de la Academia depende de la comprobacion de su competencia absoluta o relativa en el asunto, será lo segundo indagar si son mejores, científicamente hablando, los principios ortográficos de la Academia o de los de Bello, i, en tercer lugar, cuál de las dos ortografías corresponde mas perfectamente a las necesidades prácticas i pedagójicas.

I

No necesitamos esponer aquí lo que es la Real Academia Española. Es del dominio público la historia esterior de esta sociedad literaria. Es ella una Academia como lo son las instituciones semejantes de otros paises (por ejemplo, la Academia francesa, la Academia de la Crusca i otras) i de otros ramos (por ejemplo, las Reales Academias de Ciencias Exactas i de Medicina). Las indagaciones i opiniones de la Real Academia Española no tienen, segun nuestro parecer, ningun derecho propio i particular que no lo tengan las demas Academias. Pues bien: en Francia a nadie ocurriria creer que la opinion de la Academia francesa sea la única autorizada en materias literarias i lingüísticas, teóricas o prácticas. La voz de un Littré, un Gaston Paris i otros corifeos de la ciencia modernas solos, tiene mas autoridad que todo el docto Cuerpo en conjunto; pues se sabe que los resultados de los trabajos oficiales no dependen esclusivamente de los mas competentes miembros sino de todos los Académicos a la vez, i ¿quién puede negar que entre los «Individuos de número», en la eleccion de los cuales entran tantas consideraciones políticas i sociales, hai mas de un número cero que debe su pertenencia a la Academia tan solo a sus títulos de nobleza i a sus méritos políticos? I ¿quién se atreveria a sostener que las lucubraciones de la Real Academia de Medicina son de autoridad absoluta i obligatoria para el Cuerpo Médico de Chile, cuando sabemos que los médicos americanos que quieren perfeccionar sus estudios en Europa van a Alemania i a Francia, pero no a España? ¿Quién nos pediría que aceptásemos cual dogma de fe la interpretacion que diere a un documento de la historia colonial de América la Real Academia de la Historia? ¡No hai tal! Eso seria incomprensible; aun seria ridículo e indigno de hombres que han aprendido a pensar independientemente.

Ahora, en vano me pregunto por qué tendrá una posicion escepcional la Real Academia Española, a no ser que todas sus obras revistan un carácter científico de competencia irreprochable. Pues bien: por desgracia, es sumamente fácil probar que la Academia no tiene ni sombra de competencia en materias lingüísticas. Concedo gustosamente que entre los miembros de la Real Academia Española hai algunos oradores, algunos poetas, algunos críticos literarios de sumo mérito; pero protesto que no hai ningun individuo entre ellos que aun aproximadamente sea capaz de desempeñar una cátedra, no digo de filolojía comparada, sino de lingüística neolatina i aun de gramática histórica castellana en una universidad alemana o francesa. Es un hecho por demas conocido i lastimoso que la semilla que sembró el sabio fundador de la lingüística neolatina Federico Diez, profesor de la Universidad de Bonn en Alemania, en todos los países de raza latina ha brota de i ya ha dado espléndidos frutos, menos en España. Hasta tal grado se descuido la nueva ciencia en Madrid que, cuando la Real Academia Española principió a preparar la última edicion de su Diccionario (1884) i resolvió dar en ella las etimolojías de los vocablos españoles, parece que no hubo en su seno nadie que recordara a la docta Corporacion que no tenia sino que consultar el gran Diccionario etimolójico de las lenguas románicas que dió a luz Federico Diez por primera vez en 1853, en segunda edicion en 1861, en tercera en 1869, i del cual en 1878 el sabio profesor belga Augusto Scheler hizo una cuarta edicion aumentada. El resultado es de suponerse: en vez de los millares de etimolojías, que casi todas son inmejorables hasta hoi dia, dadas en la majistral obra de Diez, el Diccionario de la Real Academia Española trae millares de disparates, que hubieran sido perdonables en el siglo pasado, pero que hoi prueban la absoluta falta de los mas elementales conocimientos lingüísticos.

Próximamente publicaré una lista de unos cuantos centenares de tales etimolojías, con notas lingüísticas detalladas. ¿Por qué no se dirijieron los sabios académicos madrileños a don José Monlau, quien para la segunda edicion del Diccionario Etimolójico de su padre, salida a luz en 1881 ya habia consultado con bastante tino las obras alemanas i francesas sobre la materia, o a don Rufino José Cuervo, que ya en 1875, para la primera edicion de sus Apuntaciones Críticas sobre el lenguaje bogotano, estudió i citó las obras de Federico Diez (compárese el capítulo VI del Prólogo de la mencionada obra de Cuervo)? ¿Qué se diria de publicaciones de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas i Naturales, que hicieran caso omiso de los adelantos científicos debidos a Gauss, Humboldt i Darwin?

Diríase que aquella obra no es séria; ¡que no hai que consultarla!

II

Despues de lo espuesto, no podemos esperar mucho bien de los principios ortográficos de la Real Academia Española. Efectivamente, de los tres principios admitidos por esta Sociedad, a saber, la pronunciacion, la etimolojía i el uso, la ciencia lingüística de hoi solo acepta el primero. La escritura no debe ser mas que la espresion gráfica, visible de la palabra hablada; para este fin se ha inventado, i no para lucir conocimientos científicos, etimolójicos. Que ninguna ortografía de lenguas románicas i jermánicas cumpla perfectamente con este deber, se esplica fácilmente por la historia de las mismas lenguas. Sonidos iguales en siglos pasados, han diferenciado su pronunciacion por ciertas influencias fonolójicas, i de consiguiente, hoi el signo conservado corresponde a dos distintos sonidos (por ejemplo: la c, que en latin siempre se pronunció k: casa, cura, caelum, cera, pronunciados kaelum, kera, se pronuncia hoi k antes de a, o, u, pero s antes de e, i: casa, cura; cielo, cera) o, sonidos distintos representados por diversos signos han coincidido en un solo sonido, miéntras que los signos antiguos se conservan todos o en parte (por ejemplo: latin: dixi, gentem, iuvenem, castellano antiguo: dixe, gente, joven; ortografía académica: dije, gente, joven; ortografía chilena: dije, jente, jóven). Pero, aunque se esplica así la ortografia etimolójica, no es razonable conservarla; i mucho ménos reconoceremos que sea permitido introducir hoi letras latinas en palabras castellanas que las habian perdido desde mas de mil quinientos años, i esto es lo que ha hecho la Real Academia Española exijiendo que se escriba i pronuncie extraño, expuesto, obscuro, etc., lo que, segun el testimonio del español hoi en dia mas competente en estas materias, el profesor don Fernando Araujo de Toledo, «suena mui afectado».

Por lo demas, concedemos al «uso» que no seria conveniente introducir mañana una ortografía completamente fonética, porque ella chocaria demasiado a la vista de los que leen, aunque no seria de ninguna manera inintelijible; lo que nos han probado en los últimos años las publicaciones de los señores Newman, Salazar i otros fonetistas radicales. La vista se acostumbra a tales cosas en mui corto tiempo. De esto se desprende que el uso no debe ser un principio de la ortografía, aunque lo tomaremos en cuenta cuando se trate de innovaciones ortográficas. Pero, como ya lo hemos establecido al principio de esta memoria, no se trata absolutamente de reformas nuevas, sino solo de conservar la ortografía acostumbrada de Chile. La pronunciacion del castellano tampoco es dudosa, prescindiendo por ahora del caso mencionado de extraño, obscuro, etc., puesto que la ortografía chilena conserva la diferencia ortográfica de s, c, z, de b, v, etc., en completa conformidad con la Academia.

Comparemos, pues, las dos ortografías en los puntos de diverjencia, i veamos de qué lado está la razon científica i práctica.

a) i, y

La Gramática de la Academia dice: «Las letras i, y... han tenido sin regla fija i por mucho tiempo oficios promiscuos. Ya no ocupa la vocal los de la consonante; pero sí ésta los de aquélla en varios casos i contra toda razon ortográfica.

Se escribe y con el sonido vocal de i:

1.° Cuando esta vocal es conjuncion: cielo y tierra.

2.° Cuando precedida de una vocal, termina la palabra (sin llevar acento): ay, ley, estoy, muy (Gramát., páj.360).

Concediendo la Academia misma que este uso es contra toda razon ortográfica, ¿por qué conservaremos este resto de la costumbre jeneral en muchas lenguas durante los siglos pasados de escribir y en lugar de la i en todos los diptongos i al fin de la palabra?

La ortografía chilena en este punto es mas fonética, mas lójica i mas sencilla; nos ahorra algunas reglas, i por esto es preferible.

b) g, j

La Gramática de la Academia dice (páj. 356):

«Se escriben con g (en vez de j, segun la Ortografía de Bello):

1.° La voces que la tienen en su oríjen: genio, gigante, etc».

Contra este «uso» de la Academia tenemos que decir lo siguiente:

1.° La Academia siempre (ménos en la última edicion) ha tenido el tino de preferir la ortografía fonética a la etimolójica, i en favor de la primera no ha temido reformas que debian, en su tiempo, chocar mucho a la vista de los que leian dijo, bajo, cual en vez de dixo, baxo, qual, etc., cristiano en vez de christiano etc., i ha desterrado la letra ç por coincidir en el sonido con c o z. No hizo, pues, Andres Bello mas que continuar acertadamente en este camino cuando desterró la g del oficio i valor fonético de la j. La etimolojia no debe ser máxima de la ortografía, puesto que la aplicacion de una regla etimolójica exije no solo que se aprenda en cada palabra una ortografía caprichosa, no fun dada en la pronunciacion, sino que ademas exije que se justifique ese capricho por el aprendizaje de una palabra estranjera, cuyo significado i forma tienen con la palabra castellana ciertas relaciones históricas, desconocidas a todos los que no son filólogos o por lo menos saben a fondo el latin. Los filólogos verdaderos sabrán la etimolojía, aunque no se conserven todas las letras de la forma primitiva, i los otros hombres no echarán de ménos esta alusion filolójica porque no la entienden.

Ademas, la misma Academia, involuntariamente, prueba que es irrazonable i peligroso tomar la etimolojía como principio ortográfico, pues ella se equivoca muchísimas veces i entónces prescribe una g donde la etimolojía verdadera exijiria una j. Bastame aquí un solo ejemplo de etimolojía ridícula: La Academia escribe «ligero», dando la razon «del sanscrito laghu», sin notar que es un absurdo derivar una palabra vulgar castellana del sanscrito. Lijero (frances léger, italiano leggiero, catalan lieuger, etc.) se deriva del latin vulgar leviarium, cambiándose la terminacion ariu por ero, i perdiéndose la v antes de la i que se cambia por y i j: leviarum, levyero, lijero. El sanscrito laghu corresponde al latin levis (por leguis); pero la etimolojía del castellano no pasa sino hasta el latin, lo mismo que cada hombre es hijo de su padre i no hijo de su tio.

2. La ortografía chilena ahorra en este punto un sinnúmero de reglas ortográficas mui complicadas i de dudosa utilidad, pues apenas hemos visto libro impreso en la ortografía académica en que no salga una vez ageno, muger, u otro error. La regla de Bello salva todas estas dificultades i hace mas fácil el aprendizaje de la lectura i ortografía.

c) x, s

La Gramática de la Academia dice, páj. 262:

«X. Con esta letra se representaban antiguamente dos sonidos: uno sencillo i fuerte, idéntico al de la j; i otro doble, parecido al de la k o, la g, seguidas de s. Ya solo se emplea con este ultimo, como en axioma, convexo, laxo, excelente, exuberancia.

«Cuando la x va despues de una vocal i antes de una consonante, como en explicar, extraño, suelen algunos convertirla en s, escribiendo esplicar, estraño. La Academia condena este abuso, con el cual, sin necesidad ni utilidad, se infrinje la lei etimolójica, se priva a la lengua de armonioso i grato sonido, desvirtuándola i afeminándola, i se da ocasion a que se confundan palabras distintas, como los verbos expiar i espiar, que significan cosas mui diversas.

«No és vicio ménos vituperable cambiar la x por las dos letras cs, cuando la x se halla entre dos vocales; v. gr.; acsioma, ecsámen, en lugar de axioma, exámen. Los que tal hacen, pecan tambien contra la etimolojía i leyes eufónicas de nuestra lengua, i contravienen ademas a uno de los principios racionales de toda buena escritura, cual es el de escusar, en cuanto sea posible, el empleo de signos inútiles. Por semejante innovacion se emplean dos letras para representar inexactamente el verdadero i propio sonido de una sola.»

Sobre este punto publicó en 1889 un estudio mui acertado el señor don Fidelis P. del Solar, que trae muchos apuntes importantes sobre la pronunciacion actual i pasada de la x. Yo me limito a añadir las siguientes observaciones:

El escribir x ántes de consonante en palabras como extraño, excusa, expender, exponer, sexto, etc., es un gravísimo disparate. La x es un sonido completamente estraño al jenio de la lengua castellana, como lo es para todas las lenguas románicas. La x antes de consonante ya en el latin vulgar del segundo siglo despues de J. C. se ha cambiado en s i se ha desarrollado mas tarde como otras s del latin, no como otras x.

La x latina, que representaba por un solo signo la pronunciacion cs, no se ha conservado en ninguna palabra popular castellana, sino que entre vocales ha tomado el sonido de la sh inglesa, que despues del siglo XVI se cambió por el de la jota moderna: dixi - dije, luxum - lujo, etc.; ántes de consonante tomó el de la s: exfortiare - esforzar, extraneus - estraño, etc. Las palabras en las cuales efectivamente se pronuncia cs se han introducido directamente del latin clásico al castellano literario: éxito, conexo, sexo, etc. Suena mui afectado pronunciar, segun la ortografía académica, ecstraño, tecsto, ecspuesto, etc. La Academia misma, en años pasados, ha condenado esta ortografía i pronunciacion, ordenando que se escribiera estraño, estranjero, etc., «porque esta pronunciacion era mas usada i mas conjenial al castellano» (véase la Gramática de la Academia de 1803).

Es, pues, la Academia la que hoi «desvirtúa» la lengua prescribiendo sonidos ajenos a la índole del idioma en palabras que nunca en la vida de la lengua castellana han tenido la pronunciacion con x = cs.

En jeneral se nota una marcada tendencia en favor de sonidos latinos en los trabajos de la Real Academia Española. Ántes de alcanzar demasiada influencia los estudios humanitarios sobre las lenguas neolatinas, antes de que la ocupacion con el latin diera lugar al nacimiento de una predileccion exajerada por aquella lengua muerta i se desviara el criterio de los literatos, se trataron de un modo mui distinto i conjenial a la índole del castellano las palabras tomadas directamente del latin clásico. Las rimas i la ortografía en testos buenos del tiempo anteclásico i hasta del clásico, prueban sin duda alguna que no solo se pronunció únicamente estraño, espuesto, sesto, sino tambien dino, ecetuar, perficion, noturno, perfeto, dotrina, eleto, escuro, vitoria, etc., formas que en el lenguaje vulgar de todos los paises españoles se conservan hasta hoi dia. La Academia, introduciendo i sancionando la ortografía i pronunciacion latinizantes, desechó por la fuerza la pronunciacion comunmente aceptada del pueblo i la sustituyó por formas que a menudo ni los letrados pueden pronunciar sin esfuerzo particular. Cometió i sigue cometiendo el crimen laesae maiestatis contra el jenio de la lengua, de la cual se vanagloria ser el ánjel tutelar. Ayer nos prescribió pronunciar ecstraño, ecsusar, obscuro; mañana, si quiere una vez ser lójica, nos exijirá escriptura, diecstro, ecsfuerzo, decsde, sciencia i otras monstruosidades fundadas en la etimolojía, i, quién sabe si no un buen dia introducirá rodondo, roloj por amor al latino rotundus, horologium, como en años pasados nos hizo aceptar oscuro en vez de la forma antigua i vulgar en todos los paises: escuro.

¿Tendremos que seguir estas tendencias estraviadas? ¡Nó! Si no queremos desvirtuar la lengua por sonidos estranjeros; si no queremos distinguirnos por las apariencias de una sabiduría que en el fondo es postiza, del pueblo ménos ilustrado pero mas razonable; si no queremos dar motivo a innumerables faltas de pronunciacion i de ortografía, debemos seguir la tendencia, tan acertadamente aceptada por los italianos, de romanizar i de castellanizar las palabras latinas, en vez de latinizar las palabras castellanas. Preferiremos sicolojía i neumático a psicolojía i pneumático, etc. No exijimos innovaciones. Está aceptado i conservaremos oscuro, pero no diremos obscuro; preferiremos trasportar, trasandino, sin exijir que se sancione istituto, istrumento, conforme a la manera italiana. En palabras que no pertenecen al diccionario corriente de todos los dias, sino que mas bien son términos científicos, nos parece indiferente si se acepta la forma con x o la con s; el médico que quiera decir expectoracion, extirpar, etc., puede hacerlo, aunque no desvirtuaria nada prefiriendo, conforme al jenio de la lengua, espectoracion, estirpar, etc.

2.° Ademas tenemos que decir que la Real Academia Española es completamente ilójica si exije extraño, sexto, etc., pero continúa diciendo estremecer, estirar, espulgar, espantar, esforzar, escurrir, escombro, escojer, esclarecer, escapar, escaldar, escampar, despertar, despedir, rescatar, rescuento, resquebrar, etc., etc. Todas estas palabras contienen la palabra latina ex, i no es mas que un pobre subterfujio si la Academia indica como etimolojía las sílabas castellanas es, res, des en vez del latin ex, re + ex, de + ex; solo palabras, como desdecir, deshacer i otras son compuestas con el latin dis = cast. des. Introducir en todas estas palabras la x escrita i pronunciada: excojer, dexpertar, rexcatar, etc., seria netamente ridículo, pero seria la continuacion lójica del extraño, expuesto, etc. Que en latin haya habido en estas palabras una x, nos puede ser i debe ser tan indiferente como que en dicho, hecho, luchar i otras haya habido una ct, i en mucho, cuchillo una lt, sin que ocurra a nadie querer introducir un dicto, hecto o facto, luctar, multo, cultillo; porque entónces mas valdria escribir latin i leerlo en castellano, como en la lengua inglesa, que tiene la ortografía mas etimolójica i por esto mas bárbara e inadecuada del mundo, se escribe hoi con completa indiferencia contra la pronunciacion actual lo que se pronunció hace quinientos i aun hace mil años.

3.° Lo que dice la Academia sobre «el vicio vituperable» de escribir ecsamen, es completamente falso i absurdo. La Academia concede que x suena como cs: ¿qué lei eufónica se infrinje, pues, escribiendo como se pronuncia? I ¿qué letra es la superflua?. Por cierto no la c ni la s, pero sí la x. No seria, pues, mas que razonable permitir que se escribiera ecsamen, acsioma, etc., para llegar un dia a desterrar por completo la letra superflua x.

4.° Resulta que la ortografía chilena tambien en este punto es mas fonética, mas lójica i mas fácil que la de la Academia. Sobre todo, nos evita centenares de faltas que se encuentran en todos los libros i diarios impresos en la ortografía académica, a saber, el poner x en lugar de s, donde la etimolojía exije como la pronunciacion una s: explendor, expontáneo, extricto, etc.

d) r, rr.

El único punto en que la última edicion del Diccionario de la Real Academia Española está al lado del progreso, en pro de la fonética, en contra de la etimolojía, es en el tratamiento de la r i rr. Aceptare mos con gusto la regla de escribir rr donde lo exije la pronunciacion. en palabras compuestas como contrarréplica, prorrata, bancarrota, etc.

Solo tenemos que mencionar que la Academia, para no hacer nada perfecto, en éste como en todos los demas puntos mencionados ha sido inconsecuente i falta de lójica.

Sin decirlo espresamente, la Academia ha entendido su regla de manera que solo entre dos vocales se debe duplicar la r en conformidad con la pronunciacion: I ¿cómo sabrán los niños que aprenden a leer que se debe pronunciar ab-rogar, sub-rayar i no abro-gar, su-bra-yar como a-brochar, a-brutado, etc? Seria conveniente hacer estensiva esta regla a toda r, en medio de la palabra i escribir tambien abrrogar, subrrayar, enrriquecer, enrredar, sonrreir, sonrrojar, i por fin suprimir completamente la escepcion de escribir r simple con sonido fuerte despues de n, l, s: honrra, malrrotar, isrraelita, etc.; ortografía que en todos los tiempos de la lengua castellana ha sido mui frecuente i lo es hasta hoi en todos los hombres que no estan iniciados en todos los misterios de las ortografías inconsecuentes.

Entonces tendríamos la regla mui sencilla de que la ere débil siempre se escribe r, i la erre fuerte siempre se escribe rr, ménos al principio de la diccion. Entónces una vez mas tendríamos la gloria, ante todo el mundo científico, de haber completado el trabajo medio hecho por la Academia; i los niños que deben aprender a escribir i a leer, es decir, la posteridad nos daria las gracias por haberle ahorrado mucho trabajo superfluo e inútil.

e) La acentuacion

No entraré aquí en un estudio detallado de la acentuacion castellana, por parecerme ya demasiado abultada esta memoria. Solo diré que en este punto la Academia por lo ménos ha sido consecuente; pero peca por el esceso en el empleo de los acentos pintados. Deben evitarse, segun mi opinion, todos los acentos que no sirven directamente para la pronunciacion. Todos los acentos distintivos i sintácticos hacen mas difícil la ortografía e inducen a los alumnos a numerosas equivocaciones que mas vale evitar; solo algunos acentos sintácticos, como los que se pintan en los pronombres i palabras interrogativas, pueden defenderse. En jeneral me parece preferible la acentuacion de Andres Bello, aunque fácilmente se podria mejorarla en algunos puntos.

III

Del exámen crítico que acabamos de hacer se desprende con absoluta claridad que la ortografía chilena es mucho mas científica, lójica i fácil que la de la Real Academia Española. La pedagojía debe absolutamente preferir la ortografía chilena, porque es sumamente importante hacer tan fácil como sea posible el aprendizaje de la lectura i escritura correcta. La ortografía académica (fuera del punto mencionado de la rr en contrarréplica, etc., que ya está aceptado por muchos chilenos) no tiene ninguna ventaja sobre la de Bello, pero sí muchas desventajas. No veo, pues, ninguna razon para abandonar el buen uso jeneral de Chile en favor del malo de España. Es verdad que se ha dicho que Chile no tiene el derecho de apartarse del uso comun de todos los pueblos hispanos, sancionado por la Real Academia Española. Pero tambien es verdad que la autoridad de la Academia no ha dejado de encontrar oposicion hasta en la misma España. Ademas, creo haber demostrado que la Real Academia Española, tal cual es actualmente, no merece ninguna autoridad lingüística. Yo considero como lastimoso i hasta vergonzoso que notables literatos americanos, que no ceden nada en ilustracion al término medio de los «Individuos de número», hojeen dia por dia el Diccionario mas incompleto de la Lengua para cerciorarse de si la Real Corporacion Madrileña, que padece de una lamentable estrechez de miras i de absoluta falta de conocimientos lingüísticos, les permite o nó emplear tal o cual palabra usada acá todos los dias. Los americanismos existen i siempre existirán por la inflexible lei de la necesidad histórica; no se deben a caprichos ni a incompentencia, como a esas dos fuentes se deben las omisiones del Diccionario de la Real Academia. Si los americanos deben aprender centenares de españolismos para entender obras españolas, ¿por qué no han de aprender los españoles los americanismos? I si los Españoles no quieren leer nuestros libros americanos porque estan impresos en ortografía herética, que no se dobla ante la Real Inquisicion Académica, ¡tanto peor para ellos! Los chilenos no les pagaremos en la misma moneda; leeremos los libros buenos que nos lleguen de España, aunque nos molesten un poco los tantísimos á é ó con acentos, i tenemos la ventaja de que no necesitamos temer que los libros de España nos echen a perder nuestra ortografía fundada en reglas sencillas i lójicas.

Tan seguro como es el progreso continuo de la humanidad, tan seguro es que, tarde o temprano, los otros pueblos españoles i España misma adoptarán la ortografía mas razonable que nació en Chile. Volver atras, aceptar i prescribir para la enseñanza del Estado la ortografía irrazonable i difícil de la Real Academia Española, equivaldria a la confesion de que los chilenos todavía no han llegado a la madurez e independencia intelectual, o que son mui bonachones, pues aceptan lo malo de mano ajena donde solo tienen que guardar lo bueno en la propia.



  1. Estos apuntes formaban parte de una Memoria presentada por el infrascrito al Director del Instituto Pedagójico. El Consejo de Instruccion Pública acordó que se publicasen como anexo a las actas de la sesion del 2 de julio.