De Rodrigo de Vivar

Nota: Esta transcripción respeta la ortografía original de la época.
 
IX






e Rodrigo de Vivar
muy grande fama corría;
cinco reyes ha vencido,
moros de la morería.
Soltólos de la prisión
do metidos los tenía;
quedaron por sus vasallos,
sus parias le prometían.
En Burgos estaba el rey
que Fernando se decía.
Aquesa Jimena Gómez
ante el buen Rey parecía;
humilládose había ant’él
y su razón proponía:
—Fija soy yo de don Gómez,
que en Gormaz condado había;
don Rodrigo de Vivar
le mató con valentía.
La menor soy yo de tres
hijas que el Conde tenía,

y vengo á os pedir merced
que me hagáis en este día,
y es que aquese don Rodrigo
por marido yo os pedía.
Ternéme por bien casada,
honrada me contaría,
que soy cierta que su hacienda
ha de ir en mejoría,
y él mayor en el estado
que en la vuestra tierra había.
Haréisme así gran merced,
hacer á vos bien vernía,
porqu’es servicio de Dios
y yo le perdonaría
la muerte que dió á mi padre,
si él aquesto concedía.—
El Rey hobo por muy bien
lo que Jimena pedía:
escrebiérale sus cartas,
que viniese, le decía,
á Plasencia, donde estaba,
qu’es cosa que le cumplía.
Rodrigo, que vió las cartas
que el rey Fernando le envía,
cabalgó sobre Babieca,
muchos en su compañía:
todos eran hijosdalgo
los que Rodrigo traía;
armas nuevas traían todos,
de una color se vestían;
amigos son y parientes,
todos á él le seguían.
Trescientos eran aquellos
que con Rodrigo venían.
El Rey salió á recibirlo,
que muy mucho lo quería.

Díjole el Rey:—Don Rodrigo,
agradézcoos la venida,
que aquesa Jimena Gómez
por marido á vos pedía,
y la muerte del su padre
perdonada os la tenía.
Yo vos ruego que lo hagáis,
d’ello gran placer habría;
hacervos he gran merced,
muchas tierras os daría.
—Pláceme, Rey mi señor,
don Rodrigo respondía,
en esto y en todo aquello
que tu voluntad sería.—
El rey se lo agradeció;
desposados los había
el Obispo de Palencia,
y el Rey dádole había
á Rodrigo de Vivar
mucho más que antes tenía,
y amóle en su corazón,
que todo lo merecía.
Despidiérase del Rey,
para Vivar se volvía;
consigo lleva su esposa,
su madre la recebía.
Rodrigo se la encomienda
como á su persona misma;
prometió como quien era
que á ella no llegaría
hasta que las cinco huestes
de los moros no vencía.