Daany Beédxe/1
Los procesos de sedentarización e invención de la agricultura en México tienen más de ocho mil años. Los mexicanos, pertenecemos una de las civilizaciones más antiguas del mundo, que tiene un origen autónomo. Sin embargo, esta Gran Historia, que es "Nuestra Historia", nos es casi desconocida a la mayoría de los mexicanos. Los millones de personas que existieron antes de la invasión, "Los Viejos Abuelos", desaparecen de nuestra memoria a partir de 1521 a través de los mecanismos de la colonización.
La destrucción total de la Ciudad de México Tenochtitlán, una de las más avanzadas tecnológicamente del mundo de aquellos tiempos, es el símbolo de la negación y desvaloración que sufrirá nuestra cultura. Será hasta finales del siglo pasado cuando se empieza a "redescubrir" tenuemente su presencia.
Sin embargo, desde la conquista, lo poco que se sabe de esta Historia, siempre ha estado en manos de los vencedores y ahora en las plumas de los investigadores, quien por cierto, en su gran mayoría son extranjeros.
A pesar de que la civilización de nuestros antepasados, es tan antigua e importante como las civilizaciones de China y la India, después de quinientos años, se les sigue viendo como "primitivos" adoradores del agua, del sol y realizando sangrientas ceremonias; no solo por los "expertos", sino también por los propios mexicanos.
A los Viejos Abuelos se les niega toda posibilidad de tener una compleja y sofisticada estructura filosófica, que fuera la base en la que cimentaran sus grandes conocimientos científicos, artísticos, sociales y religiosos. Y tal vez lo más importante, se asume esta civilización como extinta, sin ninguna presencia en el México de hoy.
De qué manera los mexicanos podemos sentirnos orgullosos de nuestra historia y de nuestros orígenes, si los desconocemos. Cómo podemos salir de este "laberinto de soledades" que nos han dejado, sin un rostro propio y un corazón verdadero. Cómo podemos sentir orgullo e inspiración de nuestros milenarios orígenes, si somos extranjeros incultos en nuestra propia tierra. Cómo es posible que sepamos más de la historia y la filosofía de los pueblos europeos, que de nuestros Viejos Abuelos.
La intención de este trabajo es soñar con lo que debió ser nuestra verdadera historia. Tratar de imaginar a nuestros antepasados como lo que fueron, no como nos han enseñado a verlos. Reconocerlos como hombres sabios, poseedores de un proyecto filosófico- espiritual capaz de impulsar un desarrollo cultural que se mantuvo a través de miles de años y que le permitió a diversos pueblos, en tiempos y lugares diferentes, expresar su creatividad y sensibilidad a través de la misma matriz filosófico-cultural; produciendo una civilización decantada y perfeccionada, como la China o la India.
Para ello, nos hemos valido de los conocimientos científicos que nos proporcionan los libros de historia del México Antiguo, pero desechando su ideología colonizante. Hemos tratado de retomar los textos de los españoles y los indígenas, que vivieron la invasión o escribieron posterior a ella, desde luego, tratando de hacer a un lado, la visión euro centrista, donde todo lo nuestro es primitivo, diabólico y perverso. Hemos retomado la poesía de Los Viejos Abuelos, tratando de ponerla en nuestra lengua contemporánea, tratando de salvar, las traducciones coloniales. Sobre todo, para la primera parte, usamos los "Huehuetlahtolli" (la antigua palabra) para darles voz a los personajes y para que el lector, aprecie la profundidad y sabiduría de una civilización que mantenía altos y sólidos principios éticos y morales, que primero los conquistadores y después los colonizadores, nunca quisieron reconocer y valorar.
Así mismo, retomamos los elementos que consideramos más importantes de la obra de Carlos Castañeda. Señalando que las llamadas "Enseñanzas de Don Juan" son una herencia y patrimonio de todos los mexicanos. Creemos que la filosofía que manejaron los hombres de conocimiento del México Antiguo, los toltecas, se encuentra de algún modo en la obra de Castañeda y principalmente subyace a flor de piel en las comunidades indígenas y en la cultura popular. De la misma manera, hemos utilizado en este "sueño", las experiencias personales que nos ha tocado vivir en las comunidades indígenas y campesinas; porque estamos seguros, que para entender el pasado de México, necesitamos conocer la forma de sentir, pensar y actuar de los indígenas y campesinos de nuestros días; ya que esta milenaria cultura sigue viva, vibrante y vigente; presente no sólo en lo que el Dr. Guillermo Bonfil llamó " El México Profundo", sino en todas las estructuras de lo que hoy conforma nuestro país.
Los mexicanos somos un pueblo mestizo. En estos quinientos años la Cultura Occidental y la Cultura Anahuaca (mesoamericana) se han fundido, pero indudablemente nuestra Cultura Madre es la indígena. Más allá de la pátina europea que nos cubre, los mexicanos en nuestra forma de sentir, pensar, hablar, comer, relacionarnos con la familia, las personas, la naturaleza, el arte y con los espacios de lo sagrado y lo divino; respondemos más a nuestra milenaria civilización, debido a que somos parte de un proceso que nunca murió, solo se encubrió. Los mexicanos no podemos seguir negando a nuestra madre. El espíritu de los Viejos Abuelos habita en lo más profundo de nuestro corazón, lo que se requiere es un "espejo" donde podamos reconocernos a nosotros mismos y "humanizar nuestro querer".
Este "sueño" usa la estructura de la novela, para darle vida a un personaje, al final del período llamado "Clásico". Tratamos de imaginar cómo vivían nuestros antepasados y cuál era su pensamiento. Intentamos recrear la sociedad de nuestros Viejos Abuelos, desechando la visión colonizadora. Pretendemos en este "sueño" describir la vida en los centros de conocimiento, ahora llamados "zonas arqueológicas" y tratar de plantearnos de una manera respetuosa, para qué fueron creados. En este intento de novela, la vida de nuestro personaje Águila Nocturna y una comunidad Zapoteca de los Valles Centrales de Oaxaca (Etla), se entrelazan con la milenaria zona arqueológica conocida como Monte Albán y que probablemente se llamó La Montaña del Jaguar, título de la novela en lengua Zapoteca (DAANY BEÉDXE).
Águila Nocturna es un hombre, que desde niño es elegido por el "Poder", para seguir las enseñanzas de Los Viejos Abuelos. En su recorrido pasa por los centros de estudios (Calmécac y Telpochcalli) del México Antiguo. Por su virtuosismo, es enviado a Monte Albán para continuar con su preparación; ahí, después de años de intensos estudios y rigurosas prácticas, se convierte en un Guerrero y después de enfrentar una estremecedora iniciación, en la cual pierde la memoria, aparece en la península de Yucatán con el pueblo Maya, donde tendrá que recuperar su memoria, como parte final de la prueba. Después de muchas vivencias logra llegar de nuevo a Monte Albán y le toca vivir, lo que los historiadores llaman el colapso del período Clásico Superior, en donde se supone, que alrededor del año 850 de nuestra era, la mayoría de los centros de conocimiento como Teotihuacán, Palenque o Monte Albán, fueron destruidos y abandonados por sus propios moradores, sin que hasta la fecha se tenga una explicación de este misterioso hecho. Al guerrero le será encomendada una importantísima misión, para mantener vivo el conocimiento milenario de Los Viejos Abuelos hasta nuestros días.
Este trabajo está hecho especialmente para los jóvenes. No tiene la pretensión de hacer una novela de época, ni mucho menos histórica. Tiene la intención en cambio, de ofrecerles un "sueño", para tratar de hacer consciente nuestros milenarios orígenes y hacer propia la historia de Los Viejos Abuelos y sentirse orgullosos de ella. Proponemos un "sueño provocador", que inicie el viaje hacia lo profundo de nuestro "ser", para descolonizar nuestra percepción de nosotros mismos al conocer nuestra historia verdadera. Porque los mexicanos no podremos seguir negando nuestra Cultura Madre, tratando de ignorar los valores de nuestra antigua civilización. El México del siglo XXI necesariamente tendrá que ser construido con la otra mitad de nosotros mismos, aquella que hemos negado tercamente en los últimos quinientos años. Todos los mexicanos; indígenas y no indígenas, debemos encontrar en nuestro pasado, no solamente inspiración, sino continuidad de un milenario proceso histórico, filosófico y cultural, para poder imaginar y construir nuestro propio futuro, donde no existan más los vencedores y los vencidos; sino simplemente, los hijos de los hijos de Los Viejos Abuelos.
Guillermo Marín
Primavera de 1996.
Ciudad de Oaxaca.
"Una historia propia no sólo es necesaria para explicar el
presente sino también para fundamentar el futuro. El futuro, en estos
casos, es ante todo la liberación, la recuperación del derecho de
conducir el propio destino.
Una historia expropiada es la cancelación de la esperanza y la sumisa
renuncia a cualquier forma de autenticidad."
Guillermo Bonfil Batalla