Días y noches: IV
Aquellos ojos que perdí una tarde,
andarán ojos siempre y jamás míos.
Me los llevó la brisa de la tarde
y aquella niña
-pollera azul y bata colorada-.
Sobre la colina estaba yo
y al pie,
mugió una vaca para el fin del mundo.
Ah! cómo hubiera muerto.
Aquella tarde se llevó mis ojos.