Cuentos clásicos del norte (Segunda serie)/Esbozo biográfico
ESBOZO BIOGRÁFICO
Wáshington Írving, uno de los primeros y más populares autores americanos» a quien Tháckeray, en inspirada frase, llama el primer embajador que el mundo nuevo de las letras envió al antíguo," nació en 1783, en la ciudad de Nueva York. Recibió su educación en las escuelas públicas, abandonando las aulas a los dieciséis años, aun cuando continuara después por largo tiempo la lectura sistemática de los mejores autores, especialmente Cháucer, Spénser y Bunyan. Desde su juventud, demostró poseer un talento natural para escribir ensayos e historietas. Como siempre detestó las matemátícas, escribía a menudo las composiciones de sus compañeros quienes, en cambio, solucionaban sus problemas. Estudió derecho por algún tiempo; pero no sintiéndose inclinado a la esclavitud de una profesión, prefirió entregarse a vagabundas correrías alrededor de la isla de Manhattan, que le familiarizaron con el magnífico paisaje que hizo después famoso con su pluma. Adquirió de esta manera el conocimiento exacto de varios puntos históricos, curiosas tradiciones y leyendas de que tan bello uso ha hecho en su Sketch-Book y en la History of New York. En 1804, amenazado de pulmonía, se embarcó para Europa y permaneció en el extranjero cerca de dos años. A su regreso intentó reasumir la práctica legal, pero sin ningún resultado. En compañía de algunos compañeros inició entonces la publicación de una obra por entregas llamada Salmagundi la cual, bien dirigida, obtuvo éxito. En 1809 publicó su Knicker-bocker's History of New York, obra única en nuestra literatura, perfectamente redondeada, y de sátira fina y sostenida. Dirigió durante dos años una revista en Filadelfia a la cual contribuía con artículos incluidos después en el Sketch- Book. En 1814 sirvió como ayudante del gobernador Tompkins, y cuando terminó la guerra, regresó de nuevo a Europa donde permaneció esta vez diecisiete años. Con motivo de la quiebra de su hermano perdió toda su fortuna y, entregado a sus propios recursos, dedicóse a la literatura para atender a su subsistencia. Publicó su Sketch-Book en 1819, el cual, debido a la influencia personal de Sir Wálter Scott, se reimprimió en Londres, quedando inmediatamente establecida la reputación de Írving como gran autor.
A continuación publicó Bracebridge Hall, en 1822, y Tales of a Traveler en 1824. Encargado de algunas traducciones del español, fué a establecerse en Madrid. A su permanencia en España debemos algunas de sus obras más encantadoras, como la Life of Columbus, Conquest of Granada, The Alhambra, Mahomet and His Successors y Spanish Papers. Regresó a América en 1832; y durante los años subsiguientes se publicaron Astoria, Adventures of Captain Bonneville y Wolfert's Roost. En 1842 Írving fué nombrado Ministro en España. Su Life of Goldsmith vió la luz pública cuatro años más tarde, después de su vuelta a la patria. Su postrera obra, escrita con especial esmero, fué la Life of Washington, en cinco volúmenes
Los ültímos años de Írving transcurrieron en "Sunnyside," su encantadora residencia en Tárrytown, a las orillas del Hudson, en el centro del hermoso paisaje que había inmortalizado. Írving falleció el 28 de noviembre de 1859, el mismo año que Préscott, el historiador, y que Macáulay. Un amigo que trató mucho a nuestro autor en sus úlltimos días, le describe así: "Tenía ojos color gris obscuro, hermosa nariz recta que casi podría decirse grande; frenta ancha, alta y abierta, y boca pequeña. Era de tamaño mediano, cinco pies y nueve pulgadas más o menos, y tendía un poquillo a la obesidad. Su sonrisa era extremadamente genial, iluminándole todo el rostro y haciéndole muy atrayente; y cuando se preparaba a decir algo jocoso, brillaba en sus ojos mucho antes de que hubiera pronunciado una palabra."
George Wílliam Curtis, en uno de sus deliciosos ensayos, Easy Chair, dice: "Írving era personaje tan exótico como su Díedrich Kníckerbocker en los anuncios preliminares de la History of New York. Hace treinta años podía vérsele en ciertas tardes de otoño, marchando a lo largo de Broadway con paso ágil y elástico, calzando zapatos bajos esmeradamente atados, y ataviado con capa Talma, prenda corta semejante a la esclavina de un abrigo. Tenía cierto aire ligero, jovial y de antigua escuela, que revelaba incontestablemente al holandés y armonizaba admirablemente con sus obras. Parecía, en realidad, escapado de alguno de sus libros; y la afabilidad cordial y agudeza de sus discursos, al detenerse para alguna charla pasajera, constituían uno de sus deliciosos rasgos característicos. Era ya por aquel tiempo uno de nuestros más famosos literatos, pero jamás demostraba vanidad alguna ni pretensiones dogmáticas."