Cuando mi pecho ardió en su dulce fuego
A Cristóbal Mosquera de Figueroa
Cuando mi pecho ardió en su dulce fuego, osé cantar, Mosquera, el mal que siento, y diome al tierno canto ufano aliento el sol en cuyo ardor estuve ciego. Osé mostrar mi llanto en blando ruego a quien amor desprecia y su tormento, y el humilde quejar de mi lamento me dio osadía y dio esperanza luego. Ahora, que la luz yo pierdo ausente, y crece mi dolor con su belleza, notad el grande error de mi porfía. Lloro el pasado bien y el mal presente, y puesto en soledad de mi tristeza, la esperanza me falta y la osadía.