Cuando acaso se enciende el fuego ardiente
Cuando acaso se enciende el fuego ardiente,
Las cóleras de llamas vomitando,
Si aura poca respira un soplo blando,
Le fomenta las llamas blandamente.
De suerte que se aviva más luciente
En sus llamas hermosas; pero cuando
Aura mucha está soplos respirando,
Mata sus llamas, y su ardor desmiente.
Pues así, si el Amor con fuerza impía
Aviva llamas, cuando a un pecho trata,
Con la misma ocasión su ardor se enfría;
De suerte que a su llama, oh dulce Ingrata,
El aura poca de favor le cría,
El aura mucha de favor le mata.
Esta poesía forma parte del libro Música de el Parnaso (1705)