Creación de la golondrina
En un día de sabat, que era el domingo de los judíos, fue el Niño Dios, que entonces era muy chiquito, con otros niños a jugar al campo cercano; cogieron barro blanco, y se pusieron a hacer pajaritas, con las alas abiertas, que ponían al sol para que se secasen.
Acertó a pasar por allí un pícaro fariseo, que conforme vio lo que hacían se enfadó, y les dijo que estaban pecando, pues en día de sabat no se podía hacer nada, y se acercó para con su gran pie pisar y aplastar las pajaritas; pero el Niño Dios dio una palmadita, y todas las pajaritas echaron a volar.
Entonces, en la casa en que vivía el Niño Dios y sus santos padres, pegadas al alero del tejado, cogiendo del mismo barro con el que ellas habían sido formadas, se pusieron a labrar sus nidos, y desde entonces han seguido labrándolos en pobres y humildes casas, a las que llevan paz y ventura.
Cuando los malvados judíos llevaron a crucificar al Calvario a Cristo, nuestro bien, ellas, desconsoladas, le siguieron con las santas mujeres, afligidas y compadecidas cual ellas, y le sacaron las espinas de la corona que por cruel escarnio le habían puesto, y se clavaban en su sagrada frente. Cuando murió su y nuestro Creador vistieron luto, y se pusieron el manto negro que no se han quitado nunca.