Correo de Comercio: 24 de marzo de 1810/1

Correo de Comercio

Número 4

Del Sábado 24 de marzo de 1810


CONCLUYE LA MATERIA DEL NUMERO ANTERIOR.


El modo de atenderla es muy sencillo y poco costoso, y para verificarlo nada mas se necesita que el que los Cabildos, los Jueces comisionados, y los Curas de todas las Parroquias, tomen con empeño un asunto de tanta consideración, persuadidos de que la enseñanza es una de sus primeras obligaciones para prevenir la miseria y la ociosidad y que de no cumplir con un deber tan santo faltan á todos los derechos, y se hacen reos ante Dios y ante la sociedad.

Pónganse escuelas de primeras letras costeadas de los propios y arbitrios de las Ciudades y Villas, en todas las Parroquias de sus respectivas jurisdicciones, y muy particularmente en la Campaña, donde á la verdad, residen los principales contribuyentes á aquellos ramos, y á quienes de justicia se les debe una retribución tan necesaria.

Obliguen los Jueces á los Padres, á que manden sus hijos á la escuela, por todos los medios que la prudencia es capaz de dictar, y si hubiere algunos que desconociendo tan sagrada obligación se resistieren á su cumplimiento, como verdaderos Padres que son de la Patria, tomen á su cargo los hijos de ella, y póngalos al cuidado de personas que los atiendan, y executen lo que debían practicar aquellos Padres desnaturalizados: nunca faltan en los pueblos, y en los campos mismos, personas caritativas. [1]


De este modo se encontró la Provincia de Córdoba al poco tiempo, con numero suficiente de sugetos á quienes confiar el cargo de Jueces, que nos fuesen tan estúpidos; la juventud con los principios mas generales de ilustración, y en circunstancias de variar las costumbres dedicándose al trabajo, y fomentando aquella Provincia, que no creemos haya decaído en unos establecimientos que han debido ser de la primera atención de sus Gobernadores, y para los que nada tenían que hacer sino seguir protegiéndolos. Si otro tanto pudiésemos referir del resto de las Provincias del Virreynato, seguramente no seria tan lastimoso el estado de educación de sus habitadores, ni careceríamos de sus beneficios, ahorrándonos el dolor de ver á muchos infelices arrastrados por la ignorancia á los delitos mas torpes y execrables, á sufrir la espada de la justicia. Convencidos de la necesidad de separar de nosotros, males tan graves por medios de los establecimientos de educación, adoptemos los arbitrios propuestos, ú otros que se juzguen mas fáciles, y muy pronto veremos cambiar el aspecto moral y físico de la Patria.

Nota de WS

  1. Por fallas en el escaneo faltan las páginas 26 y 27. Se continúa en la página 28



← Página anterior Página siguiente →