Correo de Comercio: 19 de mayo de 1810/1

Correo de Comercio

Número 12

Del Sábado 19 de mayo de 1810

Causas de la destrucción ó de la conservación y engrandecimiento de las Naciones

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Procurando indagar en la historia de los Pueblos las causas de la extinción de su existencia política, habiendo conseguido muchos de ellos un renombre que ha llegado hasta nuestros días, en vano las hemos buscado en la falta de Religión, en sus malas instituciones y leyes, en el abuso de la autoridad de los Gobernantes, en la corrupción de costumbres, y demás.

Después de un maduro examen y de la reflexión mas detenida, hemos venido á inferir, que cada uno de aquellos motivos, y todos juntos, no han sido más que con causas, ó mejor diremos, los antecedentes que han producido la única, la principal, en una palabra, la desunión.

Esta sola voz es capaz de traer á la imaginación los mas horribles desastres que con ella puede sufrir la Sociedad, sea qual fuere el gobierno que la dirija: basta la desunión para originar las guerras civiles, para dar entrada al enemigo por débil que sea, para arruinar el Imperio más floreciente.

Tantos exemplos podemos presentar á nuestros Lectores de esto, quantos han sido los Pueblos de quienes nos dá noticia la Historia antigua y moderna: no hay mas que abrir sus hojas, y en ellas se verá consignada la verdad de nuestra proposición.

Nos dilataríamos demasiado si nos pusiésemos á referir las Naciones que han existido en la Asia, África, Europa, y este Continente, y describiésemos los hechos que acreditan que la desunión ha traído consigo su anonadamiento, después de haberlas hecho el juguete del primero que se aprovechó de ese estado, y haberlas reducido al de la estupidez mas vergonzosa.

La Historia misma de nuestra Nación, en la época que estamos corriendo, nos presenta mas de una prueba de que la desunión es el origen de los males comunes en que estamos envueltos, y que nos darán muchos motivos para llorarlos, mientras existamos, aun logrando salir victoriosos de la lucha gloriosa en que se halla nuestra España Europea.

Todos saben la consonancia que hay entre el cuerpo político, con el cuerpo físico: uno y otro tiene su principio, medio y fin; y así como éste se acelera en el segundo, quando pierde la unión de las partes que lo componen, del mismo modo sucede en el primero, quando por la división de opiniones, por el choque de intereses, por el mal orden, y otras concausas resulta la desunión.

Pero si todavía hay alguno que lo dudare, examine la historia de su propia familia, que no es mas que en punto menor la copia de la gran familia que se llama una Nación; y estamos ciertos que encontrará muchas razones para convenir con nosotros, que la desunión de sus individuos le habrá hecho experimentar mil perjuicios, y tal vez descender de la prosperidad á la desgracia mas espantosa.

Por el contrario, la unión ha sostenido á las Naciones contra los ataques mas bien meditados del poder, y las ha elevado al grado de mayor engrandecimiento; hallando por su medio quantos recursos han necesitado, en todas las circunstancias, ó para sobrellevar los infortunios, ó para aprovecharse de las ventajas que el orden de los acontecimientos les ha presentado.

Ella es la única, capaz de sacar á las Naciones del estado de opresión en que las ponen sus enemigos; de volverlas á su explendor, y de contenerlas en las orillas del precipicio: infinitos exemplares nos presenta la Historia en comprobación de esto; y así es que los políticos sabios de todas las Naciones, siempre han aconsejado á las suyas, que sea perpetua la unión; y que exista del mismo modo el afecto fraternal entre todos los Ciudadanos.

La unión es la muralla política contra la qual se dirigen los tiros de los enemigos exteriores é interiores; porque conocen que arruinándola, está arruinada la Nación; venciendo por lo general el partido de la injusticia, y de la sin razón á quien, comunmente, lo diremos mas bien, siempre se agrega el que aspira á subyugarla.

Por lo tanto, es la joya mas preciosa que tienen las Naciones. Infelices aquellas que dexan arrebatársela, o que permitan, siquiera, que se les descomponga; su ruina es inevitable, y lo peor es, que se hace imposible recuperarla, ó si se consigue, es padeciendo las convulsiones mas violentas, y los males mas penosos.

De lo dicho deducimos, que la desunión es el aniquilamiento de las Naciones; y que al opuesto, la unión quando no las engrandezca, al menos las conservará en medio de las asechanzas, insidias, y ataques por poderosos que sean.

Cicerón decía al Senado en su Oracion acerca de las respuestas de los Augures, que otro tiempo Roma por su firmeza y valor podía sobrellevar los descuidos del Senado, y aun las injurias de los ciudadanos, pero que ya le era imposible, porque todo se había trastornado; ni se respetaba la autoridad, ni se pagaban los derechos, ni se sostenía la justicia, y en vano se buscaría un ciudadano que se opusiese al torrente que amenazaba la salud de la Patria.

Pero añade que en medio de tantos males solo la unión puede conservarla: quare hunc statum, qui nunc est, qualiscumque est, nulla alia re, nisi concordia, retimere possumus.

Véase aquí una lección, producto de los grandes conocimientos, y de la propia experiencia de un Político tan sabio, dada á su misma Nación, y en ella de todas las demás que habían de sucederle.

La union es un valor inestimable en una Nación para su general y particular felicidad; todos sus individuos deben amarla de corazón, y pensar y hablar de ella como de la egida de su seguridad: qualesquiera que así lo execute, no importa que le falten grandes recursos; con la unión hallará los medios de suplir sus escaseces; con la unión se sostendrá; con la unión será respetable; con ella al fin se engrandecerá.



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