Comunicaciones de Cabrera y Córdova

​COMUNICACIONES DE CABRERA Y CÓRDOVA​ de Ramón Cabrera y Griñó Anales desde 1843 hasta la conclusión de la última guerra civil. Antonio Pirala. Tomo II. pàg. 575,  de 1876


Comandancia general de Aragón, Valencia y Murcia. Persuadido por sus antecedentes de que estará decidido á continuar la guerra con más humanidad que su antecesor, escribo á V. con la confianza que hará cuanto esté de su parte para aliviar la suerte de los que tienen la desgracia de ser prisioneros, tanto de una parte como de la otra.
Bien sabido es que desde mi entrada en España y áun ántes de ella, no solo no se ha quitado la vida á ningún prisionero sino que ni se le ha despojado. A la clase de tropa se les ha puesto en libertad en el momento que lo han solicitado, quedando solo los oficiales, á quienes se ha tratado lo mejor que ha sido posible, atendida mi posición y las marchas y precauciones indispensables de la guerra. En este momento me encuentro con noventa y cuatro prisioneros, entre ellos seis oficiales, los que desearia saber si V. consiente en que sean canjeados por otros tantos mios de los que existan en su poder.
Yo doy este paso en obsequio de unos y otros desgraciados, sin que en ello haya otra mira que la de aliviar su suerte, y persuadido que V. tambien hará cuanto le sea posible á fin de que mis prisioneros no sean separados seis mil leguas de su patria y que los de V. no sufran las consecuencias.
De este modo la guerra que desgraciadamente tenemos que sostener entre españoles será cual conviene á una nacion civilizada. Dios guarde á V. muchos años.

Cuartel general de Borradá 4 de octubre de 1848.
Cabrera, conde de Morella.
Señor general D. Fernando Fernandez de Córdova


Capitanía general de Cataluña. Estado Mayor.- Seccion segunda.- Excmo. Señor:
Anoche recibí por conducto del alcalde de Olot la comunicación del rebelde Cabrera, que con la que tambien acompaño dirigida al mismo alcalde, tengo el honor de pasar a V. E. en copia. Por ella se enterará V. E. de la pretensión de este cabecilla, á la cual no he dado contestación, porque he creido que en asunto tan delicado deberia consultar ántes á V. E. para que S. M. se dignase resolver lo conveniente; pero no puedo prescindir de exponer á V. E. que en mi concepto no lo seria el aceptar la proposicion de Cabrera, porque implícitamente se reconoceria de hecho una posición más elevada que la que tiene, á la cabeza de unas bandas desorganizadas é indisciplinadas, que sostienen la guerra más bien como bandidos que como ejército. Dependiente de un gobierno cualquiera, y por que careciendo la faccion de puntos de apoyo y de seguridad en donde guardar los prisioneros, el embarazo que éstos les causan más bien que las filantrópicas miras de que hace alarde, es la causa que lo dirija á proponerme un canje, en el cual no tenemos nada que ganar como no sea la de aliviar la posición de los que la suerte ha hecho caer en manos del enemigo.
El auditor de guerra que desde hace tres dias está en consejo permanente para juzgar la causa de conspiración últimamente descubierta en esta plaza, tiene en su poder la Memoria instruida por la comandancia general de Tarragona, contra el coronel don Mariano Lopez de Carvajal, que de real orden se me tiene prevenido lo pase por las armas, y al mismo que consulto á V. E. sobre la conducta que debo observar respecto de la causa de Cabrera: creo que seria conveniente que por V. E. se me significase si he de cumplir con lo dispuesto por la indicada real órden respecto del referido coronel carlista D. Mariano Lopez de Carvajal. En caso afirmativo creo que Cabrera, por hacer una represalia que agrade á la venganza del nuevo Pretendiente, ser capaz de verificar una muy terrible sobre los desgraciados oficiales que se encuentran en sus manos. En mi concepto juzgo que no estamos por ahora en el caso de imponer la pena de muerte á ninguno de los prisioneros carlistas que se hagan, porque de aplicarse á uno seria necesario se impusiese á los demás que en gran número tenemos en el depósito de esta Ciudadela, y que respecto de los prisioneros convendria por ahora que en lugar de ser deportados a Ultramar, se dirigiesen á otro punto, como por ejemplo el de las Islas Baleares, empleándolos en las obras de fortificación, hasta que terminada la guerra S.M. dispusiese sobre su suerte lo más conveniente. De esta manera creo yo Excmo. señor , que se conciliarán todos los extremos que son objeto de la presente consulta, sobre lo cual V.E. resolverá como siempre lo más justo y conducente a las altas miras del Gobierno de S. M.
Dios guarde a V. E. Muchos años.

Barcelona 8 de Octubre de 1848.
Excmo. señor: Fernando Fernandez de Córdova.
Excmo. señor ministro de la Guerra.