Compendio de Literatura Argentina: 23
Nació Estrada el año 1842, obteniendo cuando apenas contaba dieciseis años, un premio ofrecido por el Círculo Literario á la mejor composición sobre el descubrimiento de América.
Siendo aun jóven escribió uno de sus trabajos más notables el Evangelio Americano, refutando en él las teorías liberales de Francisco Bilbao.
Poco amante de la crónica, solo utiliza sus elementos para desentrañar la profunda filosofía de los hechos y aplicarla como enseñanza luminosa en sus Lecciones de Historia.
El Catolicismo y la Democracia, es su profesión de fe como católico sincero, al mismo tiempo que la declaración de principios de un ciudadano puro. A este siguió en 1865 un Ensayo histórico sobre la revolución de los comuneros del Paraguay en el siglo XVIII, con un apéndice sobre la actual situación política de dicha República.
En 1871 fué creada en el Colegio Nacional, la cátedra de Instrucción Cívica, y Estrada nombrado para dictarla: sus lecciones, recopiladas algunos años más tarde, forman un hermoso libro, La política liberal bajo la tirania de Rosas.
Iniciado poco después en la vida política, no tardó en cambiar su cátedra por una banca en la Convención reformadora de la Constitución. Fué después, á pesar de no ser abogado, profesor de derecho constitucional, y varias veces representante del pueblo en los congresos nacionales.
Sus numerosas atenciones de esta época de su vida, al par que sus largos y pacientes estudios, no bastaban á llenar por completo su tiempo pues también lo tuvo para fundar y dirigir la «Revista», la mejor publicación que en su género había existido entre nosotros.
Pero donde la talla de Estrada, se destaca culminante, es como orador, título que puede medir sin reparo, con los más notables de la República, siendo por más de un concepto, superior á muchos de ellos.
Poseía todas las facultades y todos los secretos de arte tan difícil, y su palabra, desbordante de elocuencia, á la vez que elevada y enérgica, impresionaba y conmovía.
Entre sus discursos más notables, hay que hacer mención del de la apertura de su cátedra de Historia Argentina, en que hizo un notable bosquejo de la civilización política del Río de la Plata.
En los diferentes congresos de que fué miembro, muchas fueron las veces que dejó oir su voz, pero con tintes más marcados que en otras ocasiones, aún resuenan con la brillantez característica de su estilo y la profunda abundancia de su ciencia, los enérgicos ataques con que en 1886 contrarió los recursos de la fuerza.
Su alma templada para la lucha, sincera, vehemente y apasionada, tenía la elocuencia noble é inspirada de los creyentes.
La descripción de su vida, es fácil que encontrara estrechos las proporciones de un libro, pero la síntesis de sus sentimientos, de sus anhelos y de sus pasiones está concentrada en dos palabras supremas: Dios y Patria.