Comentarios - Lo único que faltaba


Domingo 11 de agosto de 1918, EL DIA

Editorial

Comentarios - Lo único que faltaba


Los defensores de las Empresas ya no solo proponen una solución transaccional, para conjurar la huelga, que los obreros vuelvan al trabajo, repitiendo la frase estoica: aquí no ha pasado nada! –Ahora, como ese facilísimo expediente no ha dado resultado, proponen otro, no menos sencillo, pero más contundente: debe prohibirse que los obreros se reúnan en mitin! –E invocan, como justificación de su tesis liberal y tolerante, el art. 81 de la Constitución, tan restrictivo cuando se trata de interpretarlo a favor de los agentes subversivos del orden político y tan amplio y oportuno cuando se quiere aplicarlo a las manifestaciones legítimas de los trabajadores! Eso es lo único que faltaba: impedir que organicen manifestaciones los obreros, cuya fuerza es, precisamente, su organización asociatoria, la unidad de su acción colectiva, la propaganda pública de sus anhelos y de sus ideas, la vinculación de esfuerzos comunes en la conquista de justicieras reivindicaciones! –Tal atentado no se cometerá porque, como lo hemos repetido varias veces –y como lo ratifica el Presidente Viera en declaraciones que reproducimos en otro lugar –nuestros hombres de gobierno, felizmente, tienen una alta noción de sus deberes tutelares respecto de los obreros y saben respetar y hacer respetar el derecho que los asiste en sus luchas simpáticas contra patrones opresivos y arbitrarios que regulan su conducta de acuerdo con su exclusivo interés. –Si el peligro de sucesos deplorables, determinara la prohibición de los mitines obreros, habría que prohibir todas las manifestaciones populares porque en todas ellas pueden ocurrir, cuando los ánimos se exaltan, colisiones o incidentes de derivaciones violentas. –La misión de la autoridad no es, en tales casos, privar de derechos inherentes a la personalidad democrática, a los ciudadanos, sino vigilar, prevenir y hasta reprimir si el orden se perturbara y el respeto a los demás se desconoce.

Si a los obreros se les prohíbe reunirse, se les anula como fuerza social y se les condena a las más inhumana servidumbre, entregándolos individualmente a la voluntad preponderante de los afortunados, que aprovecharían su impotencia para imponerles condiciones onerosas. –Si la huelga- que es la rebelión pacífica del proletario para obtener su mejoramiento, es un derecho – y ya hace rato que eso no se discute –la reunión de los obreros es su condición fundamental e imprescindible de realización y de expresión. –Las organizaciones gregarias de los obreros constituyen su fuerza, constituyen su única fuerza, ya que ni disponen de recursos ni de otros elementos para resistir y vencer. –Limitar el derecho de reunión, durante una huelga, es hacerla fracasar, porque se quiebra el vínculo y la razón misma que la determina y mantiene. –Sin deliberaciones y sin acuerdo perfecto de voluntades, la huelga desaparece por inexperiencia de sus factores constitutivos y determinantes. ¡Y eso es lo que se quiere, al reclamar la prohibición de los mitines de obreros, ya que estos no ceden en sus propósitos y las empresas se consideran impotentes para regularizar sus servicios a base de sometimiento liso y llano! Pero tal prédica resultará vana. –No están en el gobierno los enemigos de los obreros que harían magmas y capirotes de la libertad con tal de reducirlos. –Felizmente, los que reclaman severidad en las presiones y no censuran la violencia de la autoridad cuando fusila a los obreros, como en el caso de Ferrara, exigiendo, en cambio, que se le impida reunirse, no tiene en sus manos el volante de la dirección de la cosa pública y no hay que tener que sus consejos sean oídos, contra hombre humildes y laboriosos que solicitan un poco más de pan para sus familias condenadas a la miseria por el amor propio, la soberbia o el egoísmo de los que ejerce la dictadura tranviaria en nuestra ciudad.

La autoridad debe prevenir y penar cuando se incurre a un delito de asonada, desnaturalizando deplorable el derecho legítimo de huelga. –Debe velar porque el derecho social sea respetado. –Pero, no puede, en nombre de intereses determinados, atropellar otros derechos, por lo menos igualmente respetables. – El resultado protege los intereses de las empresas, estableciendo guardias en sus estaciones ni en sus trenes y velando celosamente por la conservación del orden. –Si el Estado no hubiera dado esos servicios de garantía y de vigilancia, no saldría un solo vagón a la calle porque las empresas, tan jarifas cuando se sienten protegidas, no se envanecerían tanto, por cierto, de sus cursos y de sus propósitos deben ser a los obreros, si no contaran con las guardias que el Estado pone a su disposición para garantizar la libertad de trabajo. –Pero si el Estado procede así, dentro de sus obligaciones, incurriría en extralimitación de las mismas, si hiciera suya la causa de las empresas e impidieras a los obreros reunirse y resolver lo que mejor les pareciese en nombre de sus derechos e intereses gremiales. –El Estado es natural: la ley es su norma. –No puede inclinarse de un lado para hacer el gusto a los más fuertes, a los capitalistas. Y no hay duda de que esa neutralidad todavía exigiría que se advirtiera las empresas que regularizaran de una vez sus servicios. –La municipalidad es la encargada de cumplir ese deber. –Los trastornos que la paralización de los tranvías suscita son enormes. –Las casas de comercio, las industrias, las actividades personales están afectadas por esta paralización injustificable y arbitraria. –Como la gente no puede moverse por los medios de locomoción a su alcance, no va a hacer sus compras, sufre toda clase de molestias y perjuicio para poder asistir a sus empleos o llenar sus obligaciones, etc. –Y las empresas que están comprometidas con el Estado, con la población a hacer correr en sus trenes a hora determinadas y a precios convenidos, no cumplen sus compromisos, sin que la municipalidad llame al orden, en nombre del interés social y de la ley inalienable y compulsiva.

No se debe, pues, pedir al gobierno que intime a los obreros, que ejercen un derecho legitimo al rebelarse contra empresas que les pagan mal su trabajo o que prohíba reunirse para conservar la unidad de su fuerza única de resistencia. –Debe pedirse y exigirse a las empresas, fuertes, ricas y protegidas, que cumplan las obligaciones que han contraído con el pueblo y con las autoridades, pues nada les impide hacerlo desde que ellas reconocen que es justo lo que los obreros reclaman y los Poderes Públicos están dispuestos a ayudarlas para que obtengan un nuevo margen de recursos que les permitan, sin quebrantos propios, satisfacer solicitaciones humanitarias impostergables.

He ahí el verdadero camino que ha de llevarnos, si, al fin no se encuentran términos amigables de acercamiento entre obreros y empresarios, la solución de esta huelga noblemente inspirada y justificada!


MOVIMIENTO OBRERO

La huelga de los obreros tranviarios –Prosiguen el mismo Estado –Sube gestiones de arreglo –El gran mitin de esta tarde –Probable huelga general como acto de solidaridad con los tranviarios –La asamblea de hoy –Otras noticias

La jornada de ayer desarrollose en medio de la mayor tranquilidad, echando por tierra los vaticinios que sobre nuevos incidentes, más o menos graves, se formularán a raíz de los sucesos del jueves y viernes. Una semana lleva ya la huelga de obreros tranviarios; y no obstante los esfuerzos de las empresas para normalizar los servicios, estos se realizan con las mismas deficiencias que el primer día. Quizás circularán ayer más coches que en días anteriores; pero la circulación se interrumpió a la hora 18, y los recorridos se alteraron a capricho de los empleados de la empresa, con el evidente perjuicio para el público.

Versiones circulantes ayer daban como incidencia una gestión de arreglo; pero la Sociedad de Resistencia de Obreros Tranviarios, en nota que nos ha dirigido, desautorizan absoluto tal gestión. En cambio, de las asambleas verificadas por numerosos gremios parece confirmarse la versión, -anticipada ya por nosotros, -que hoy quedará decidido el paro general, resolución proletaria cuyo alcance creemos innecesario subrayar. He aquí todos los detalles relacionados con la agitación proletaria que hemos obtenido durante el transcurso de las últimas 24 horas.

LO QUE PIENSA EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA -La actitud del Gobierno –He aquí las interesantes declaraciones que formulan “La Razón” de ayer, interpretando el pensamiento del Presidente de la República, a propósito del conflicto obrero actual: “ se ha llegado a decir, por lo que respecta la huelga tranviaria que al Poder Ejecutivo le corresponde la responsabilidad de su prolongación. Veremos en seguida como resulta absurdo e insensato el juicio que en tales términos se formula.

Planteada las diferencias entre las Empresas y obreros tranviarios, le fue dirigida al Poder Ejecutivo una comunicación que firmaban los gerentes de “La Comercial” y “La Transatlántica”, haciendo notar que para atender las reclamaciones de los trabajadores sobre aumento de salarios se votan en la necesidad de solicitar a su vez una modificación en las tarifas que compensase los déficits que habrían de producirse por los nuevos gastos. Afirmaban así mismo, los representantes de las empresas, que eran justas las solicitaciones de los obreros en cuanto se referían al aumento de los jornales. Bien, pues. Así las cosas, el Poder Ejecutivo, con fecha 6 de Agosto, contesto a los señores Cat y Scheller reconociendo “la justicia de un aumento general en los salarios de las empresas” y en el interés de que se diera satisfacción al pedido de los obreros, no tendría inconveniente en promover ante la legislatura una modificación de las tarifas actuales, siempre que las empresas diecen a conocer previamente el alcance de las modificaciones que consideran necesarias, cuales serían los aumentos equitativos que una manera general concederían a su personal, y finalmente la exactitud de las causas que invocan para pedir el aumento de tarifas, datos estos que el Gobierno obtendría siempre que se le permitiese a la contaduría general del Estado el examen de la contabilidad de las empresas.

Como se ve, la actitud del Gobierno no ha podido ser ni más correcta ni más digna. Reconoció desde el primer instante en derecho que asistía a los obreros para obtener una mejora justificada en sus salarios, mejora que los propios representantes de las empresas consideraban que debían conceder. Se hizo cargo así mismo el Poder Ejecutivo de la situación especial que se planteaba a las empresas y así no se negó el aumento de las tarifas, siempre a que se llenasen las formulas previas de que hablamos más arriba.

Pero es que a propósito del actual agitación obrera se han hecho afirmaciones de carácter todavía más grave.

Se ha llegado a decir que estamos en plena situación revolucionaria, es esta una huelga revolucionaria. Razonando de esta manera con evidente exageración, se dice también que el Gobierno debe recurrir a la facultades extraordinarias que da la Constitución para los casos de peligro exterior o conmociones interiores. Esto quiere decir que deben suprimirse libertades y suprimirse el derecho de reunión.

A nuestro juicio se equivocan profundamente los que piensan así. Ni se deben suprimir libertades ni debe limitarse el derecho de reunión.

El Presidente de la República, doctor Viera, no está dispuesto a recurrir a tales extremos sino cuando las circunstancias lo obliguen, el Presidente opina que aún la circunstancia con lo ponen en el caso de ejercitar facultades extraordinarias. Declarar el estado de sitio, en este caso, de la huelga tranviaria sería tomar el partido de las empresas, y eso no está dispuesto a hacerlo el Presidente de la República.

Mientras los obreros celebran sus reuniones pacíficamente, sin alterar el orden público, las autoridades las permitirán. Ha habido incidentes y a caso los haya todavía, pero el gobierno los reprime de inmediato. Sucede aquí lo que en esta clase de conflictos suceden en todas partes. Incidentes de esta naturaleza, propios de las agitaciones colectivas, han ocurrido entre nosotros en altos de propaganda partidaria y nadie creyó que fuera del caso superior por ello la libertad de reunión.

Además el gobierno garante la libertad de trabajo y resguarda a las empresas tratando de evitar los atentados.

El Poder Ejecutivo usa de su facultad y cumple sus deberes dentro del derecho y de la ley que reglamenta su acción: sin violencia y sin debilidades.

Ayer mismo aplicó una sanción a algunos obreros del puerto, tripulantes del vapor “Delfín”, que se negaron a dar remolque a unas chatas de la casa Wilson –que está boycoteada- en chatas que conducían carbón para las usinas del Estado.

El gobierno suspendió disciplinariamente a los obreros considerando que se excedían en su derecho. El gobierno no podía solidarizarse con el boicot. El puerto es de la nación, y una vez en funciones, todas las firmas comerciales radicadas en el país pueden operar en sus muelles. Por la misma causa se adoptó idéntica resolución, en el día de hoy, con los tripulantes del vapor “Cuestas”.

Vueltos a la normalidad los servicios del Puerto, después de haberse dado amplias satisfacción a la demanda de los trabajadores, el gobierno está resuelto a no autorizar represalias ni actitudes fuera de lugar. Por eso corrige a los que faltan. Tal es la conducta del Poder Ejecutivo en los conflictos obreros de actualidad”.