Cinco semanas: Capítulo X


Ensayos anteriores. - Las cinco cajas del doctor. -
El soplete de gas. - El calorífero. - Manera de maniobrar. -
Éxito seguro


-Se ha intentado muchas veces, señores, subir o bajar a voluntad sin perder el gas o el lastre del globo. Un aeronauta francés, el señor Mounier, pretendía alcanzar este objetivo comprimiendo aire en un receptáculo interior Un belga, el doctor Van Hecke, por medio de alas y paletas desplegaba una fuerza vertical que en la mayor parte de los casos hubiera sido insuficiente. Los resultados prácticos obtenidos por estos medios han sido insignificantes.

"Yo he resuelto abordar la cuestión más directamente. Desde luego, suprimo por completo el lastre, salvo que me obligue a recurrir a él algún caso de fuerza mayor, como, por ejemplo, la rotura del aparato o la necesidad de elevarme con gran rapidez para evitar un obstáculo imprevisto.

"Mis medios de ascensión y descenso consisten únicamente en dilatar o contraer, por medio de distintas temperaturas, el gas almacenado en el interior del aeróstato. Y he aquí cómo obtengo este resultado.

"Han visto que, con la barquilla, embarcaron unas cajas cuyo uso desconocen sin duda. Hay cinco cajas.

"La primera contiene unos veinticinco galones de agua, a la cual añado algunas gotas de ácido sulfúrico para aumentar su conductibilidad y la descompongo por medio de una potente pila de Bunsen. El agua, como saben, se compone de dos volúmenes de gas hidrógeno y un volumen de gas oxígeno.

"Este último, bajo la acción de la pila, pasa por el polo positivo a una segunda caja. Una tercera, colocada encima de la segunda y de doble capacidad, recibe el hidrógeno que llega por el polo negativo.

"Dos espitas, una de las cuales tiene doble abertura que la otra, ponen en comunicación estas dos cajas con otra, que es la cuarta y se llama caja de mezcla. En ella, en efecto, se mezclan los dos gases procedentes de la descomposición del agua. La capacidad de esta caja de mezcla viene a ser de cuarenta y un pies cúbicos.

"En la parte superior de esta caja hay un tubo de platino, provisto de una llave.

"Ya habrán comprendido, señores, que el aparato que les describo es, simplemente, un soplete de gas oxígeno e hidrogeno, cuyo calor supera el del fuego de una fragua.

"Establecido esto, paso a la segunda parte del aparato.

"De la parte inferior del globo, que está herméticamente cerrado, salen dos tubos separados por un pequeño intervalo. El uno arranca de las capas superiores del gas hidrógeno, y el otro de las inferiores.

"Estos dos tubos están provistos, de trecho en trecho, de sólidas articulaciones de caucho que les permiten adaptarse a las oscilaciones del aeróstato.

"Los dos bajan hasta la barquilla y se pierden en una caja cilíndrica de hierro, llamada caja de calor, cerrada en ambos por dos fuertes discos del mismo metal.

"El tubo que sale de la región inferior del globo pasa a la caja cilíndrica por el disco inferior y, penetrando en él, adopta entonces la forma de un serpentín helicoidal, cuyos anillos superpuestos ocupan casi toda la altura de la caja. Antes de salir, el serpentín pasa a un pequeño cono, cuya base cóncava, en forma de esférico, se dirige hacia abajo.

"Por el vértice de este cono sale el segundo tubo, que se traslada, como he dicho, a las partes superiores del globo.

"El casquete esférico del pequeño cono es de platino, para que no se funda por la acción del soplete, pues éste se halla colocado en el fondo de la caja de hierro, en el centro del serpentín helicoidal, y el extremo de la llama roza ligeramente el casquete.

"Todos saben, señores, lo que es un calorífero destinado a calentar las habitaciones, y saben también cómo actúa. El aire de la habitación, tras pasar por los tubos, vuelve a una temperatura más elevada. El aparato que acabo de describir no es, en realidad, más que un calorífero.

"¿Qué ocurre entonces? Una vez encendido el soplete, el hidrógeno del serpentín y del cono cóncavo se calienta y sube rápidamente por el tubo, que lo conduce a las regiones superiores del aeróstato. Debajo se forma el vacío, que atrae el gas de las regiones inferiores, el cual se calienta a su vez y es continuamente reemplazado. Así se establece en los tubos y el serpentín una corriente sumamente rápida de gas, que sale del globo y vuelve a él calentándose sin cesar.

"Ahora bien, los gases aumentan 1/480 de su volumen por grado de calor. Por lo tanto, si fuerzo 180 la temperatura, el hidrógeno del aeróstato se dilatará 18/480, o mil seiscientos setenta y cuatro pies cúbicos;' por consiguiente, desplazará mil seiscientos setenta y cuatro pies cúbicos de aire más, lo cual aumentará mil seiscientas libras su fuerza ascensional que equivale a un desprendimiento de lastre de igual peso. Si aumento 1800 la temperatura, el gas experimentará una dilatación de 180/480, desplazará dieciséis mil setecientos cuarenta pies cúbicos más y su fuerza ascensional se incrementará mil seiscientas libras.

"Como ven, señores, puedo obtener fácilmente desequilibrios considerables. El volumen del aeróstato ha sido calculado de manera que, estando medio hinchado, desplace un peso de aire exactamente igual al de la envoltura del hidrógeno y la barquilla con los viajeros y todos los accesorios. En ese punto, se halla en equilibrio en el aire, sin subir ni bajar.

"Para verificar la ascensión, doy al gas una temperatura superior a la temperatura ambiente por medio del soplete. Con este exceso de calor, obtiene una tensión más fuerte e hincha más el globo, que sube tanto más cuanto más dilato el hidrógeno.

"El descenso se realiza, naturalmente, moderando el calor del soplete y dejando que baje la temperatura. La ascension sera, pues, generalmente mucho más rápida que el descenso. Pero esta circunstancia resulta favorable, pues no tengo ningún interés en bajar rápidamente, mientras que una pronta marcha ascensional es lo que me permite evitar los obstáculos. Los peligros están abajo, no arriba.

"Además, como les he dicho, tengo cierta cantidad de lastre que me permitirá elevarme con más prontitud aun en caso necesario. La válvula situada en el polo superior del globo no es más que una válvula de seguridad. El globo conserva siempre la misma carga de hidrógeno, siendo las variaciones de temperatura que produzco en ese medio de gas cerrado las que provocan todos los movimientos de ascension y descenso.

"Ahora, señores, añadiré un detalle práctico.

"La combustión del hidrógeno y del oxígeno en la punta del soplete produce únicamente vapor de agua. He dotado, por ello, a la parte inferior de la caja cilíndrica de hierro de un tubo de desprendimiento con válvula que funciona a menos de dos atmósferas de presión; por consiguiente, desde el momento en que alcanza esta presión, el vapor se escapa por sí mismo.

"He aquí cifras muy exactas.

"Veinticinco galones de agua descompuesta en sus elementos constitutivos, dan 200 libras de oxígeno y 25 de hidrógeno. Esto representa en la presión atmosférica, mil ochocientos noventa pies cúbicos del primero y tres mil setecientos ochenta del segundo; en total cinco mil seiscientos setenta pies cúbicos de mezcla.

"La espita del soplete, enteramente abierta, consume veintisiete pies cúbicos por hora, con una llama por lo menos diez veces más potente que la de las farolas de alumbrado. Por término medio, pues, para mantenerme a una altura poco considerable, no quemaré más de nueve pies cúbicos por hora, por lo que mis veinticinco galones de agua representan seiscientas treinta horas de navegación aérea, es decir, algo más de veintiséis días.

"Y como puedo bajar a mi arbitrio, y renovar por el camino la provisión de agua, mi viaje puede prolongarse indefinidamente.

"He aquí mi secreto, señores. Es sencillo, y, como todas las cosas sencillas, no puede dejar de tener éxito. La dilatación y la contracción del gas del aeróstato, tal es mi medio, que no exige ni alas embarazosas ni motor mecánico. Un calorífero para producir las variaciones de temperatura y un soplete para calentarlo; eso no es incómodo ni pesado.

"Creo, pues, haber reunido todas las condiciones para el éxito.

Así terminó su discurso el doctor Fergusson, y fue cordialmente aplaudido. No había objeción alguna que hacer; todo estaba previsto y resuelto.

-Sin embargo -dijo el comandante-, puede ser peligroso.

-¿Qué importa -respondió sencillamente el doctor-, si es practicable?