Nota: Se respeta la ortografía original de la época
NOTAS.


1.º La publicación de este soneto valió á su autor algunas censuras, más ó menos apasionadas y más ó menos políticas, á una de las cuales, por tratarse de un antiguo amigo y compañero, juzgó conveniente contestar con la siguiente epístola:


Señor director de Gil Blas.

Mi buen amigo Luis: Tengo á la vista
La respuesta que das á mi soneto,
Llamándome de paso progresista;

Y por más que la crítica respeto,
Debo decirte que aunque lo has leído
De su intención no estás en el secreto.

Yo soy, querido Luis, cual siempre he sido,
Demócrata, español é independiente,
Ajeno á las miserias de partido.


Ni aplaudo los errores de mi gente,
Ni de la muchedumbre cortesano
Le oculto la verdad que el alma siente.

No ignoro que con ello nada gano;
Mas si todas las culpas se redimen,
De ésta me absuelve mi criterio sano;

Que aquí, donde los vicios nos oprimen,
Y donde no se llega á la fortuna
Más que por la bajéza ó por el crimen,

Yo gozo en dar ladridos á la luna
Y me duermo tranquilo y muy á gusto
Sin que manche mi cielo nube alguna.

Curado estoy de envidias y de susto,
Que me han llamado á veces atrevido,
Pero jamás me llamarán injusto.

He trabajado mucho y he sufrido,
Y si á la libertad canto y adoro,
No será porque nada le he debido.

Cual tú del pueblo la ignorancia lloro;
Más tú te haces heraldo de su fuerza.
Y yo me hago fiscal de su decoro.


Yo quiero como tú que el mando ejerza:
Pero es cuando ilustrado y justiciero
Hácia el que más le adule no se tuerza.

Noble, industrioso, liberal le quiero;
No hipócrita, holgazán, servil, astuto,
Siendo lobo una vez, y otra cordero.

Quiero que á la razón rinda tributo,
y llevar no se deje del instinto
Que es solamente la razón del bruto:

Que no arme á cada paso un laberinto,
Y siendo en las batallas veterano
Se avenga en los motines á ser quinto:

Que éntre en la senda del progreso humano
Y puesto que sufrió la tiranía
Aprenda á gobernar sin ser tirano.

¿Dices que él se gobierna? ¡Tontería!
Lo desmienten conmigo en este instante
Cataluña, Aragón y Andalucía.

¿Dices que cómo ha de ir hácia adelante
Si ha de tener el dulce privilegio
De darle educación cualquier danzante?


Piensa, Luis, que has escrito un sacrilegio;
Antes de estudiar tú literatura,
¿La hubieras enseñado en un colegio?

No se educan los pueblos en la altura;
Se educan en la ley, en el trabajo,
Y á veces en el hambre y la amargura.

Recuerda bien la fábula del grajo,
Y piensa que el orgullo es más odioso
Cuanto tiene su origen más abajo.

Por eso yo, que verle poderoso
Y opulento y feliz y libre ansío.
Confundiendo en el suyo mi reposo;

En vez de alimentar su desvarío
Al espejo le asomo de su historia,
Y le maltrato por su bien y el mio.

Hijo del pueblo soy, lo tengo á gloria;
Pero ántes que el imperio de la plebe
Alcance aquí su bárbara victoria,

¡Venga un diluvio, y en sus ondas lleve
La vida y la esperanza y la memoria
De este bendito siglo diez y nueve!


2.º Habiendo el director de Gil Blas contestado á esta epístola con otra llena de gracia y de ingenio, el autor se creyó obligado á replicar con la siguiente:


Á LUIS RIVERA.

Narra una antigua y popular leyenda
Que hubo no sé en qué tiempo allá en Bassora
Un héroe de tal rumbo y tal fachenda,

Que se cortaba en trozos á la aurora,
Y completo otra vez al medio dia
Se sentaba á la mesa de su mora.

Tal fué la suerte de la carta mía;
Hecha pedazos la dejó tu pluma,
Y áun al error entera desafía.


Tu epístola me encanta; pero en suma,
Es como los abrigos de verano:
Calienta alguna vez, pero no abruma.

Jamás cual pienso yo pensó el tirano;
Él de la luz oculta los reflejos,
Yo de las luces el camino allano.

Estacazos él dá; yo doy consejos:
Y aunque haya algún cangrejo que me alabe,
¿Qué tengo yo que ver con los cangrejos?

No es esa la cuestión; otra es más grave:
¿Se debe coronar á la ignorancia,
Ó se debe enseñar al que no sabe?

No hablemos de Sagunto y de Numancia,
Ni de si tiene culpa de este atraso
Nuestra tradicional intolerancia.

Lo que ha pasado ya no viene al caso;
Nos hallamos enfrente de una cumbre;
¿La subimos de un brinco, ó paso á paso?

¿No te dá, Luis amigo, pesadumbre
Ver de la libertad hacer mal uso
Por falta casi siempre de costumbre?


Pues bien, Luis, evitemos el abuso;
Digamos qué es ser libre al ignorante
Y el error disipemos del iluso.

Decisivo y de prueba es el instante;
Mas¿piensas tú que aquel es más patriota
Que pretende marchar más adelante?

¡Ay! cuando en una fecha no remota
La prensa y la tribuna enmudecían
De un tiranuelo ruin bajo la bota;

¿Dónde los que me agravian se escondían?
Mientras yo lamentaba mis dolores
En destierros y cárceles, ¿qué hacian?

Quizás gozaban muchos los favores
De aquella que revuelcan en el lodo
Villanos hoy, si ayer aduladores.

Tú como yo lo sabes, y ante todo
Bueno es que esta verdad sentada quede,
Ya que á decir verdades me acomodo.

Porque ¿no sabes, Luis, lo que sucede?
Pues hay un malagueño que en su empeño
Hasta su propia albarda me concede.


Lo he visto escrito, y me parece ua sueño;
Por adornarme á mi quedar desnudo...
¡Si será liberal el malagueño!

Hay otro vate, que aunque no tan rudo,
En graciosa y correcta poesía
Y sin valerse de disfraz ni escudo,

Dice que me compró la monarquía,
Y como recompensa me promete
Cruces, honra, dinero y nombradía.

¡Cruces! tengo y aguardo seis ó siete:
Como que soy poeta, pobre, feo,
Pródigo, solterón y ex-mozalvete.

¡Honra! Nací con ella y la poseo;
Y tocante al dinero y á la gloria,
Ni aquél ambicioné, ni ésta deseo.

Más que dejar mis hechos en la historia,
Preferiré dejar mi nombre oscuro
De los que me han amado en la memoria.

Me sobran una lágrima y un duro;
Aquella para todos los pesares,
Y éste para cualquiera en un apuro.


No sé quemar incienso en más altares
Que en los de la virtud y la conciencia,
Do busco inspiración á mis cantares.

Quiero la libertad, no la licencia;
Quiero que á la instrucción sacando el jugo
Aprenda el pueblo á conocer su esencia.

No quiero de la plebe bajo el yugo
La vergonzosa libertad del robo
Ni la igualdad infame del verdugo.

Amo ese pueblo inteligente y probo
Que vive en el trabajo y la vigilia
Y aplaude las verdades sin adobo.

Que educa para el bien á su familia
Y se despierta al ¡ay! de su vecino,
Y en su orfandad ó su dolor le auxilia.

Ese de la razón sabe el camino;
Para él la majestad y la corona
Si es hora en el reló de su destino.

Pero para esa turba retozona
Que destruye lo mismo que desea
Y combate lo mismo que pregona:


Para esa la doctrina, no la tea;
Luz que aclare las sombras de su mente
Si allí se ha de albergar alguna idea.

En cuanto á mí, primero que la frente
Ante un ídolo doble vil ó falso,
Las gradas de su trono refulgente
Cambiaré por las gradas del cadalso!


Madrid, 1869.