​Cautela contra cautela​ de Tirso de Molina
Acto I
Acto II

Acto I

La escena es en Nápoles.
Calle en que están las casas de ELENA y de PORCIA.
Es de noche.
CHIRIMÍA, y luego ENRIQUE y JULIO.



CHIRIMÍA

Ya el cielo como un pavón
las ruedas ostenta bellas
con las lúcidas estrellas,
que sus ojos argos son.
Ya el cielo está como un huevo  . . .   . . .  . . .  5
estrellado el mundo está:
salga Vuexcelencia ya,
que nadie le mira.
 
(Salen ENRIQUE y JULIO.)

ENRIQUE

Debo
recatarme, cosa es clara,
cuando en Nápoles estoy   . . .   . . .  . . .  10
Enrique de Avalos soy,
Marqués de Basto y Pescara.
Don Alfonso de Aragón
Rey de Nápoles, confía
de la diligencia mía,   . . .   . . .  . . .  15
con una inmensa afición,
este reino: gran privado,
Ministro, por tales modos
he de dar ejemplo a todos.
¿Qué mucho que recatado   . . .   . . .  . . .  20
salga yo por la ciudad
de noche a barrios señores,
si aunque son todos amores,
mostrarlos es liviandad?

CHIRIMÍA

Desculpado estás conmigo.   . . .   . . .  . . .  25
Tu criado soy, y rondo
en público, no me escondo.


JULIO

¿No fuera bien que un amigo
de los dos que quieres tanto
te acompañara?


CHIRIMÍA

Ellos son   . . .   . . .  . . .  30
amigos con intención:
úsanse ya, no me espanto.


ENRIQUE

Don César y Ludovico
en mi amistad se declaran,
y los dos me acompañaran;   . . .   . . .  . . .  35
mas mi amor no les explico


CHIRIMÍA

Si tú privado no fueras,
fueras amigo precioso;
que no sabe el poderoso
cuál es su amigo de veras;   . . .   . . .  . . .  40
qué amistad hay verdadera.
Mas destos que te han seguido
Como Sombra, ¿cuál ha sido
más leal?


ENRIQUE

Si eso supiera,
fuera soberana luz,   . . .   . . .  . . .  45
y en mucho más lo estimara
que ser Marqués de Pescara,
ni ser privado de cruz.
Yo pienso que ambos lo son
muy de veras.


JULIO

Certifico   . . .   . . .  . . .  50
que pienso que Ludovico
ha hecho demostración
de amigo más verdadero:
lenguas se hace en alabarte.


CHIRIMÍA

¡Qué poco sabes del arte   . . .   . . .  . . .  55
de un amigo lisonjero!
Si deso te satisfaces,
en él la amistad se acaba:
siempre Ludovico alaba
lo que dices, lo que haces,   . . .   . . .  . . .  60
lo que comes, lo que bebes,
lo que calzas, lo que vistes,
lo que ríes; y son chistes,
motes y sentencias breves
cuanto arrojas por los labios,   . . .   . . .  . . .  65
aunque necedades sean.
Y amigos que lisonjean,
ni son amigos, ni sabios.
Mira, y con ojos serenos
a César siempre verás:   . . .   . . .  . . .  70
sin duda te quiere más,
pues es quien te alaba menos.


   


CÉSAR, LUDOVICO, dichos.


CÉSAR

¡Don Enrique, mi señor,
solo, y a la sombra muda
de aquesta noche!¿Quién duda   . . .   . . .  . . .  75
que son milagros de amor?


CHIRIMÍA

No va solo, pues que vamos
dos con él.


CÉSAR

¡Oh Chirimía!


CHIRIMÍA

Ésta tu amor me debía;
págame y en paz estamos.   . . .   . . .  . . .  80


ENRIQUE

Amigos, amor ha sido
la causa que ansí me lleva,
tan peregrina y tan nueva,
que nunca la habréis oído
en fábulas ni en historias.   . . .   . . .  . . .  85


CÉSAR

¿Amas alguna pintura
o estatua?


ENRIQUE

Desa locura
ya en las humanas memorias
hay noticia: amor, que es dios,
ostenta así su deidad.   . . .   . . .  . . .  90


LUDOVICO

¿En qué está la novedad?


ENRIQUE

¿No es bien nuevo amar a dos?


CHIRIMÍA

No, señor, ni amar a mil,
porque tú tienes criado
que en un mismo tiempo ha amado   . . .   . . .  . . .  95
un salchichón, un pernil
y una bota de hipocrás,
dos de Candia, cuatro griegas,
treinta fregonas gallegas
y trescientas cosas más:   . . .   . . .  . . .  100
que es socorro y estribillo
de poetas de repente.


ENRIQUE

Calla, loco, impertinente.


CHIRIMÍA

Si pudiere conseguillo,
dame, señor, por callado.   . . .   . . .  . . .  105


ENRIQUE

Digo, pues, que divertido
en dos partes he tenido
este amoroso cuidado.
Porcia pobre, y rica Elena,
me dan tan igual la gloria,   . . .   . . .  . . .  110
que suspenden la memoria
y hacen dudosa la pena.
En Elena y Porcia unida,
Amor con gloriosa palma
tiene en dos cuerpos un alma,   . . .   . . .  . . .  115
en dos almas una vida,
en dos vidas una suerte,
una beldad en dos mayos,
un resplandor en dos rayos,
en dos rayos una muerte.   . . .   . . .  . . .  120
Siento entre Porcia y Elena
dividida la memoria;
con el favor una gloria,
con el desdén una pena.
Cada cual en mi deseo   . . .   . . .  . . .  125
imprime luz rigurosa,
y aunque hermosa, más hermosa
pienso que es la que antes veo;
de modo que indiferente
en pasión tan inhumana,   . . .   . . .  . . .  130
tengo por más soberana
aquella que está presente;
y como el amor es dios,
prueba a hacer con ese efeto
de las dos solo un sujeto,   . . .   . . .  . . .  135
o dividirme a mí en dos.
Mas como poder ni halle
para hacer uno de tres,
forma un caos que no sé qué es,
ni qué nombre pueda dalle.


LUDOVICO

¡Divinamente ha pintado
sus afectos Vuexcelencia!
¡Qué discreción! ¡Qué elocuencia!


CHIRIMÍA

(Aparte.)
 
¡Qué bellacón! ¡Ah taimado!


CÉSAR

Antes, si me da licencia   . . .   . . .  . . .  145
en esto vuestro favor,
yo digo que no es amor
el que tiene Vuexcelencia.


LUDOVICO

¿Qué ha de ser?


CÉSAR

Inclinación
a dos mujeres tan bellas,   . . .   . . .  . . .  150
nacida de las estrellas,
o de la propia elección.
Halló méritos iguales
en discreción y beldad,
y incitó la voluntad   . . .   . . .  . . .  155
los afectos naturales,
con que se sintió agradado
de ambas con indiferencia:
y con esto Vuexcelencia
no es amante, es inclinado.   . . .   . . .  . . .  160


LUDOVICO

(Aparte, a CÉSAR.)
 
¿Como puede errar un punto
entendimiento tan grave,
el Marqués siendo quien sabe
más que todos en conjunto?
Con él, ingenio pelea   . . .   . . .  . . .  165
mucho; más filosofía
que Aristóteles sabía
sabe él, y lo que desea.
Errar no puede el Marqués:
Amor llamó a su cuidado,   . . .   . . .  . . .  170
y pues amor le ha llamado,
no es otra cosa, amor es.

CHIRIMÍA

(Aparte.)

Acabóse, errar no puede.
un ángel tengo por amo.


ENRIQUE

Si bien o si mal le llamo,   . . .   . . .  . . .  175
para otro lugar se quede.
Bien sé que habrá de parar
este afecto indiferente
en una, y que solamente
un sujeto habré de amar;   . . .   . . .  . . .  180
que amor es correspondencia:
a las dos tengo de hablar,
y las halléis de escuchar
con atenta diligencia,
para ver si conocéis   . . .   . . .  . . .  185
cuál tiene amor verdadero:
y en estas dudas espero
que desengaños me deis.
Ya a los balcones de Elena
llegamos, y ella me aguarda.   . . .   . . .  . . .  190


LUDOVICO

¡Qué discreta, qué gallarda
saldrá a escuchar la sirena
de tu lengua! Si es servido
Vuexcelencia, los criados
pueden quedar retirados:   . . .   . . .  . . .  195
haremos menos ruido.


ENRIQUE

Idos, pues.


CHIRIMÍA

Si ésta, que saca
mi valor, no va a tu lado,
te falta...


ENRIQUE

¿Qué habrá faltado?


CHIRIMÍA

Una espada muy bellaca.   . . .   . . .  . . .  200

(Vanse los Criados.)

CÉSAR

(Aparte.)
 
Porcia ilustre, a quien desea
en vano el alma dichosa;
Porcia, como necia, hermosa,
Porcia sabia como fea,
salid, salid de mi pecho.   . . .   . . .  . . .  205
El Marqués del Basto os ama:
no caben amigo y dama
en corazón tan estrecho.
No se declare mi amor,
ya que hasta aquí, por mi bien,   . . .   . . .  . . .  210
ni me ha turbado el desdén,
ni me ha alentado el favor.

ELENA, a la ventana.
ENRIQUE, CÉSAR, LUDOVICO.


ENRIQUE

¿Es Elena?


ELENA

¿Es el Marqués?


ENRIQUE

No soy, que el ser que he tenido,
soplo de tu boca ha sido,   . . .   . . .  . . .  215
sombra de tus rayos es.


ELENA

Luego si en ausencia mía
muerto, como dices, eres,
tu misma vida no quieres,
pues no me ves cada día.   . . .   . . .  . . .  220


LUDOVICO

Divinamente arguyó.


ENRIQUE

Dijeras bien desa suerte,
si el ver, o el dejar de verte,
consistiera en mí, pues yo
con alma atenta y unida   . . .   . . .  . . .  225
a tu presencia dichosa,
ver no quisiera otra cosa,
por tener eterna vida.
Pero la merced del Rey
a ser mi desdicha viene,   . . .   . . .  . . .  230
pues sin duda me detiene
por obligación y ley.

ELENA

Tú, divertido y llevado
desa causa superior,
no dejarás al amor   . . .   . . .  . . .  235
un átomo de cuidado,
porque es dulzura el privar
que a todo deleite pasa;
pero yo, sola en mi casa,
¿qué he de hacer sino llorar?   . . .   . . .  . . .  240


ENRIQUE

(Aparte con él.)
 
¿Qué sientes desta razón,
Ludovico?


LUDOVICO

Que es felice,
que ama de veras, y dice
afectos del corazón.


ELENA

Enrique, amor verifica   . . .   . . .  . . .  245
su fuerza, en mí poderosa,
tanto, que estoy envidiosa
del Rey, porque comunica
siempre tu ingenio; y entiendo
que este desearte ver   . . .   . . .  . . .  250
es afición de saber,
pues sólo oyéndote aprendo.
Pero examen no requiere,
sea amor o interés sea:
siempre el alma te desea,   . . .   . . .  . . .  255
séase lo que se fuere.

ENRIQUE

(Aparte, a CÉSAR.)
 
¿Qué sientes desto también?


CÉSAR

Siento que no tiene amor.


ENRIQUE

¿En qué fundas ese error?


CÉSAR

En que lo dice muy bien.   . . .   . . .  . . .  260
Más tiene de vizcaíno
el amor que de elocuente.


LUDOVICO

Amor infunde en la gente
un espíritu divino.


ENRIQUE

(A ELENA.)
 
A tanto encarecimiento,   . . .   . . .  . . .  265
más que amante agradecido
vendré a ser desvanecido:
que humano agradecimiento
no es capaz de tal favor,
mi Porcia, digo, mi Elena.   . . .   . . .  . . .  270


ELENA

¡Otro cuidado, otra pena
mostrastes en ese error!
Marqués, en los hombres sabios
tal error verdad contiene,
porque el corazón se viene   . . .   . . .  . . .  275
muchas veces a los labios.
¿En vuestra boca otro nombre?
¡En vuestro pecho otro amor!
La memoria hizo ese error;
pero ¿qué mucho? Sois hombre.   . . .   . . .  . . .  280
Idos, Marqués, norabuena:
vuestra misma lengua os llama;
no usurpéis a vuestra dama
las horas que dais a Elena.
Escuchad mis voces, cielos,   . . .   . . .  . . .  285
romped el aire deshechas:
verdades son, no sospechas:
injurias son, no son celos.


ENRIQUE

Oídme.


ELENA

No quiero oír.


ENRIQUE

¿Por qué, con tal sinrazón,   . . .   . . .  . . .  290
no quieres satisfacción?


ELENA

Porque me voy a dormir.
 (Quítase de la ventana.)

ENRIQUE, CÉSAR, LUDOVICO.


ENRIQUE

Oyeme, aguarda, no quieras
mi muerte, hermosa mujer.
¿Echaste, César, de ver   . . .   . . .  . . .  295
que quiere Elena de veras?


CÉSAR

Que lo finge he de juzgar.


ENRIQUE

La razón y causa espero.


CÉSAR

Porque el amor verdadero
jamás se supo quejar.   . . .   . . .  . . .  300
Celos te quiso ostentar,
porque muestras de amor son,
y a tan ligera ocasión
cogió el copete.


LUDOVICO

Si amar
es aquello, nadie amó   . . .   . . .  . . .  305
más. ¡Con qué linda advertencia,
por picalla Vuexcelencia,
con Porcia se equivocó!


ENRIQUE

No fue cuidado, fue error
de la lengua y la memoria.   . . .   . . .  . . .  310


LUDOVICO

Prosigamos en la historia,
apuremos este amor:
vamos cas de Porcia.


ENRIQUE

Allí
lo mismo que aquí he de hacer:
cuidado tiene de ser   . . .   . . .  . . .  315
lo que fue descuido aquí.
Por ver si lo lleva mal,
su nombre he de errar también.


CÉSAR

Vuexcelencia mire bien,
que demás de ser trivial   . . .   . . .  . . .  320
y común de esa razón,
confundiéndole los nombres,
su amor revela; y los hombres
que amantes próvidos son,
deben guardar más secreto.   . . .   . . .  . . .  325


ENRIQUE

Habiendo Porcias y Elenas
más que lirios y azucenas
en márgenes del Sebeto,
ningún secreto recelo.
Pienso que Porcia me espera.   . . .   . . .  . . .  330
En tocando en esta esfera,
saldrán rayos de su cielo.
 
(Hace ENRIQUE la seña,
y sale PORCIA a la ventana.)

PORCIA, ENRIQUE, CÉSAR, LUDOVICO.


PORCIA

¿Quién llama?


LUDOVICO

Puntual ha sido.


CÉSAR

Debe de tener amor.


LUDOVICO

Que es pobre, dirás mejor, y 335
querrá un rico marido.


ENRIQUE

¡Porcia pregunta quién llama!
¿Quién puede llamar al sol,
sino un dichoso español
que tesoros de luz ama? 340
¿Quien al balcón del Oriente
pudo llamar al Aurora
sino un dichoso que adora
los jazmines desa frente,
las rosas desas mejillas, 345
la púrpura desos labios?


PORCIA

No me hagáis tales agravios:
en palabras más sencillas
se explica amor verdadero;
bien mi desengaño alcanza 350
que no tengo otra alabanza,
sino que por veros muero.
Alabadme de constante,
y no me alabéis de hermosa,
que es lisonja sospechosa. 355


ENRIQUE

Todo lo tiene el diamante.
Por ambas cosas se estima.


PORCIA

¿Cómo estáis, mi señor?

ENRIQUE

Bueno,
y de inmensas glorias lleno
después que esa voz me anima. 360


CÉSAR

(Aparte, a LUDOVICO.)
 
Aquella pregunta fue
muestra de amor poderosa.


LUDOVICO

Pienso que es falta de prosa.


CÉSAR

Pienso que es sobra de fe.


PORCIA

La prolijidad del día 365
siempre me está fatigando,
porque vivo deseando
somoras de la noche fría,
y en perpetua esclavitud
tengo el vivir indeciso. 370
Y aunque siempre tengo aviso,
Marqués, de vuestra salud,
como es salud que me toca,
hasta veros, no me quieto,
y a quien ama, es bien perfeto 375
saberlo de vuestra boca.


ENRIQUE

(Aparte, con LUDOVICO.)
 
¿Qué te parece?


LUDOVICO

Señor,
diré lo que el alma siente:
habla muy caseramente.
Pienso que es tibio su amor. 380


PORCIA

Marqués, los muchos negocios
siento que podrán cansarnos.
¡Oh, si yo pudiera daros...!
Mi soledad y mis ocios
y mi amor daros quisiera: 385
vos con él, yo sin los dos,
tuvierais descanso vos,
y yo dichosa viviera.
Mas en sus efectos obra
amor, y los agradezco: 390
que para lo que merezco,
cualquiera amor vuestro sobra.

ENRIQUE

(Aparte, a CÉSAR.)
 
¿Qué dices?


CÉSAR

Que ama de veras.


LUDOVICO

(Aparte, a los dos.)
 
Más quisiera alguna joya.


ENRIQUE

(Aparte, a los dos.)
 
Esperad, que aquí fue Troya. 395

(A ella.)

Si con tanto gusto esperas
la noche, quien solo vive
este rato, este momento,
inmenso será el contento
que con tus glorias recibe. 400
Más hermosura verá
quien ve el sol y las estrellas,
pues tu hermosa luz entre ellas,
bella Casandra, saldrá.
Porcia, digo, Porcia mía. 405


PORCIA

Con razón la llamáis vuestra;
que mas átomos no muestra el sol,
que es padre del día,
que Porcia, ausente de vos,
da suspiros con cuidado. 410


ENRIQUE

(Aparte.)
 
En ello no ha reparado,
o no lo siente, por Dios.

(Alto.)

Mi Casandra, esos suspiros
vanos son, que el alma os doy.

PORCIA

Ya que Casandra no soy, 415
podré, mi Enrique, deciros
que ninguna más que yo
sabrá amaros con desvelos.


ENRIQUE

¿Eso me decís sin celos?


PORCIA

¿Qué honesto amor sospechó 420
que errar el nombre es amar
en otra parte?


ENRIQUE

Es ansí.


PORCIA

Amaros me toca a mí;
no me toca averiguar
si soy amada de vos; 425
porque el hombre agradecido,
amando, ha correspondido,
a semejanza de Dios,
con amor puro y honesto.
Sentirnos mi padre puede: 430
la conversación se quede
para otras noches en esto.


ENRIQUE

¿Sin celos, tenéis recelos?


PORCIA

Adiós, Marqués y señor.

(Aparte.)

Disimulemos, amor. 435
Muriéndome voy de celos.

(Vase.)

ENRIQUE, CÉSAR, LUDOVICO.

  

ENRIQUE

Fuese con lindo semblante.


CÉSAR

El irse fue rendimiento,
la blandura sentimiento.


LUDOVICO

No se quejó; no es amante. 440


ENRIQUE

¿He de decir la verdad?
El amor de Elena creo;
que en Porcia efectos no veo
nacidos de voluntad.
Mi dueño Elena ha de ser, 445
y aunque más el alma inclino
a Porcia, que es sol divino,
la elección ha de vencer.


LUDOVICO

Gente viene, y no es decencia
que conozcan al Marqués. 450


ENRIQUE

Sí, mas sepamos quién es.


CÉSAR

Váyase, pues, Vuexcelencia
a palacio, que es ya tarde,
y quedémonos los dos.


ENRIQUE

Bien dices, César, adiós. 455

(Vase.)


LUDOVICO

A Vuexcelencia nos guarde
Él mismo.

JULIO y CHIRIMÍA, embozados,
CÉSAR, LUDOVICO.


CHIRIMÍA

(Aparte, a JULIO.)
 
El Marqués se fue:
fíngete, Julio, valiente.


LUDOVICO

¿Qué gente? ¿Quién va? ¿Qué gente?


CHIRIMÍA

Dos hombres son: ¿no nos ve? 460


CÉSAR

Queremos reconocellos,
ya vemos que son dos hombres,
dígannos luego los nombres.


CHIRIMÍA

Dígannos los suyos ellos,
y no pasen adelante, 465
que esta calle está ocupada.


CÉSAR

Harán lugar a esta espada.


CHIRIMÍA

Si quisiere este montante,
Julio, pues te toca aquél,
mátale con osadía, 470
mientras mata Chirimía
éste que le toca a él.


LUDOVICO

Chirimía y Julio son.


CHIRIMÍA

Y con mucha honra.


CÉSAR

¿Qué hacéis?


CHIRIMÍA

Defender que no paséis, 475
porque están en posesión
desta calle tres supremos
señores, a quien guardamos.


CÉSAR

¿No nos conocéis?


CHIRIMÍA

Estamos
muy coléricos, no vemos. 480


LUDOVICO

¿A César y a Ludovico
no conoces, Chirimía?


CHIRIMÍA

Hablara para otro día.
Vive Dios, que es un borrico.
Si no hablan...


LUDOVICO

Loco estás. 485
Si no hablan... ¿Qué sería?


CHIRIMÍA

A manos de Chirimía
muertos por siempre jamás.

(Vanse.)

Salón de Palacio.


(El REY y dos Pretendientes con memoriales;
después, ENRIQUE.)



PRETENDIENTE 1.º

Suplico a su Majestad
que mire aqueste papel. 490


PRETENDIENTE 2.º

Y este memorial, señor.


REY

Bien está, yo le veré.
Despejad.
 
(Vanse los dos Pretendientes, y sale ENRIQUE.)

ENRIQUE

Dame tu mano.


REY

¿Qué es esto, amigo Marqués?
¡Diez horas estáis sin verme! 495


ENRIQUE

Mil son para mí, no diez.


REY

Entre el amor y amistad
una diferencia hallé:
que el amor puede ser malo,
no la amistad.

ENRIQUE

Así es. 500


REY

Pues si el amor no consiente
breve ausencia sin temer;
la amistad, que es una especie
más pura de amor, ¿por qué
ha de permitir ausencias? 505


ENRIQUE

Esos nombres no le des,
señor, a mi esclavitud,
obligada a la merced
que por quien eres me haces;
que la amistad ha de ser 510
entre iguales; y si amor
iguala y junta tal vez
dos extremos, dos distancias,
tiene valor y poder
del cielo como la muerte; 515
y en este caso no fue
amistad, sino amor.


REY

Luego
cuando las almas, en quien
hay oculta simpatía,
se miran corresponder 520
con amor, ¿no son iguales?
Falso es, Enrique; que un Rey
en la sangre que le ofrece,
puede distar y tener
diferencia con los hombres; 525
mas los ánimos, ¿no ves
que influyéndolos los astros,
pueden ser iguales? Bien
esta doctrina se muestra
en nuestro ejemplo, porque es 530
amistad la nuestra, Enrique.

ENRIQUE

Beso mil veces tus pies.


REY

Ve leyendo memoriales,
y tu cuerdo parecer
los consulte y los resuelva. 535


ENRIQUE

(Leyendo.)
 
«Fabio Rufo, coronel,
a tu Majestad suplica
que algún castillo le des,
donde puedan descansar
sus servicios y vejez.» 540
El Coronel lo merece.


REY

Doyle el de Taranto, pues


ENRIQUE

(Lee.)
 
Éste dice ansí:
«Señor,
otro aviso te dio ayer
el que este escribe a tu Alteza. 545
Mira, Alfonso Aragonés,
que se conjuran, y tratan
de quitarte el reino, tres
príncipes vasallos tuyos:
y el que escribe este papel 550
no osa declararte más.»


REY

Ya me han dado dos o tres
memoriales deste aviso;
pero como yo no sé
quién son estos conjurados, 555
no hallo modo de entender
la verdad deste suceso.


ENRIQUE

¡Grave caso!

REY

Pienso en él
y dudo por dos razones:
la primera, porque aquel 560
que estos papeles escribe
no me ha procurado ver,
ni su nombre firma en ellos:
la segunda, porque un Rey,
que al peso de su justicia 565
nunca le ha torcido el fiel,
que gobierna el reino en paz,
dando igualdad a la ley
con todos, ¿por qué razón
aborrecido ha de ser 570
de sus vasallos y amigos?


ENRIQUE

Yo, señor, responderé.
Si el nombre no declaró
quien te avisa, puede ser
que no se atreva, o que sea 575
de los conjurados él,
por amistad o violencia;
y así para no romper
la ley de su juramento
ni ser un vasallo infiel, 580
desta manera te avisa.
Ni es de importancia que estés
administrando justicia
y haciendo a todos merced,
para pensar que no puedas 585
tener en tu reino quien
se te atreva y se te oponga.
Si una nubecilla, que es
vapor de la misma tierra,
al sol se opone tal vez, 590
y nos oscurece un rato
sus rayos de rosicler,
aqueste famoso reino,
del mundo hermoso vergel,
quiere Rey napolitano, 595
y le tiene aragonés.
Heredástele, veniste
por armas a defender
tu justicia: no te espantes,
que le falta amor y fe.

REY

La necesidad da fuerzas
al ingenio.


ENRIQUE

Parecer
es de Homero.


REY

En mí lo he visto.
Una cautela pensé
con que tú puedas sabello. 605
Yo me acuerdo que una vez
me dijiste que felice
sólo ha de llamarse aquel
que supiere cuatro cosas:
qué amigo le quiere bien, 610
qué dama le corresponde,
qué criado le es fiel:
qué enemigo le persigue.


ENRIQUE

Bien te acuerdas.


REY

Oye, pues.
Yo he de fingir que no estás 615
ya en mi gracia, y he de hacer
que piensen que te aborrezco,
y este enojo mostrará
de manera que enemigo
me juzguen tuyo, porque 620
viéndote pobre, agraviado,
luego se querrán valer
de tu generoso pecho
contra mí, como de quien
mis secretos sabe, y tiene 625
ánimo para emprender
grandes cosas: y si acaso
los que aborrecen mi bien
no te buscaren, podrás
llamándome a mí cruel, 630
riguroso, injusto, ingrato,
fingir que pretendes ser
cabeza de conjurados
contra mi reino, porque es
verosímil que conozcas 635
con mañoso proceder
los ánimos mal afectos.
Vendrásme de noche a ver:
seré tu amigo de noche;
y aunque siempre lo seré, 640
engañaremos de día
el humano parecer.
Con esta cautela, Enrique
(y en la política ley
es provechosa y es justa), 645
asegurarme podré
en este reino: sabrás
qué enemigo tengo, quién
se conjura contra mí,
quién mi favor y merced 650
merece, y quién mi castigo.
Yo también saber podré
quién te quiere mal: que es fuerza
si en mi desgracia te ven,
que te acusen y murmuren: 655
y tú tocarás también
con tus manos y experiencia
qué dama te quiere bien,
qué amigos te son leales,
y qué criado te es fiel, 660
pues la desdicha presente
toque y acción ha de ser
donde muestre la experiencia
los quilates de la fe,
del amor y la amistad.

ENRIQUE

Ponga la fama el laurel
que dio al ingenio de Ulises
a tu frente y a tus pies.
Pero ¿cómo vivirá
quien ve el semblante de un Rey 670
enojado, aunque fingido?


REY

Enrique, ¿por qué teméis?
Enojos que finge amor,
no tienen rostro cruel:
antes pienso que este enojo 675
ejecutar no podré,
porque amor no ha de dejarme
fingiros aborrecer;
que amor disimula mal.


ENRIQUE

Alegre el cuello pondré 680
a tu enojo verdadero
por darte un breve placer,
cuanto y más por darte un reino.


REY

Y reino que de ambos es.
Hora es que venga la audiencia 685
y los títulos: Marqués,
ensayad vuestra tristeza,
porque me voy a aprender
palabras con vos airadas:
pienso que no las sabré. 690
(Vase.)


ENRIQUE

Ni la verdad las enseñe.
Corazón, no hay que temer:
ánimo, que no es de veras:
sed leal en esto, sed,
fingiendo agora tristeza, 695
agradecido a mi Rey.

CÉSAR, LUDOVICO. ENRIQUE.


ENRIQUE

¡Ah fortuna! Bien te pintan
con el rostro de mujer,
con un pie sobre una rueda,
y en el viento el otro pie. 700
Vistes alas, calzas plumas
todo es volar y correr;
tu palacio está en el aire,
y el supremo chapitel
cercan planetas que son 705
arcos errantes: tu ser
la misma mudanza ha sido;
lo que estable y firme fue,
no es tuyo; y son los trofeos
de tu casa de placer, 710
no testas de incultas fieras,
no garras de aves que ven
el imperio de los vientos,
sino cabezas que ayer
eran envidias del mundo, 715
y hoy dan lástima también.
¡Felice sólo aquel
que oye con proporción la voz del Rey:
ni cerca que le abrase, como suele,
ni lejos que le olvide, o que le yele! 720


CÉSAR

Señor, ¿qué tristeza es esta?
¿Qué causa hay porque esté
quejándose Vuexcelencia?

ENRIQUE

Vi un relámpago, que fue
señal de rayos y truenos: 725
he sentido estremecer
las columnas de mi dicha;
hizo señal de romper
sus yelos el mar del Norte,
divisan desde el bauprés 730
velas contrarias mis hados;
muévese el viento, y en él
tormentas me pronostican.
Enojado al Rey hallé;
amagos son de mi muerte, 735
desdichas de mi poder.
¡Felice sólo aquel
que oye con proporción la voz del Rey:
ni cerca que le abrase, como suele,
ni lejos que le olvide, o que le yele! 740


El PRÍNCIPE DE TARANTO
y el de SALERNO.
Dichos; después, el REY.

  

TARANTO

¿Oíste, Príncipe?


SALERNO

Sí.


TARANTO

¿Has entendido?


SALERNO

Muy bien.


ENRIQUE

¡Ay de mí, que siento pasos
de mi desdicha! El Rey es.
 
(Sale el REY.)

REY

Príncipes, yo os agradezco 745
que a palacio vengáis hoy,
cuando justiciero soy,
cuando al mismo sol parezco:
sombras y luces ofrezco
para amigos y enemigos: 750
justicia soy, sed testigos
que en mi pecho recto alcanza
mercedes una balanza,
y otra balanza castigos.
Si el gran Trajano mostró 755
su rectitud en el hijo,
yo por su ejemplo me rijo,
y en el que más me agradó,
mi rigor ostento yo,
y mi justicia distinta 760
borra su imagen sucinta,
como pintor avisado,
que no quiere, al ver que ha errado
que le afrente lo que pinta.
Enrique ha sido la basa 765
de mi amor; servir no supo,
y así en mi gracia no cupo:
salga della y de mi casa;
que haciendo justicia, pasa
un Rey de mortal a eterno. 770
Sed, Príncipe de Salerno,
Canciller de aquí adelante,
y vos, Príncipe, almirante.

TARANTO

Quite el nombre tu gobierno
al de Trajano y de Numa, 775
pues que los dejas atrás.


SALERNO

Con esto materia das
a la lengua y a la pluma.


REY

El que es ingrato, a la espuma
de las aguas se compara: 780
vos sois Marqués de Pescara

(A LUDOVICO.)

César es marqués del Basto.


LUDOVICO

Dé el cielo, pues yo no basto,
gracias a merced tan clara.


REY

Lengua a su Rey atrevida 785
verificado nos deja
el cuento de la corneja,
de ajenas plumas vestida.
Cada cual la suya pida;
que ajenas plumas parecen 790
las que al dueño desvanecen:
ni te alabes, ni presumas;
vuelve, corneja, las plumas
a aquellos que las merecen.


ENRIQUE

Tus pies beso, porque has sido 795
con los cuatro liberal:
solamente llevo mal
que des nombre de atrevido
a quien con tu luz ha sido
un átomo o girasol. 800
¡Ingrato fue un español!
¿Cuándo un átomo que mueve
el sol hermoso se atreve
contra los rayos del sol?
¿Cuándo arroyo, que al mar frío 805
corre con tantos temores
que tropieza entre las flores,
se atreve al poder de un río?
¿Cuándo ruiseñor sombrío,
que ama y canta sin sosiego, 810
se atrevió obstinado y ciego
contra el águila suprema,
que las alas pardas quema
en las regiones del fuego?
¿Yo te he ofendido jamás? 815
Dime, gran señor, en qué.

REY

En secreto lo diré.
Llégate, llégate más.


(Aparte los dos.)

ENRIQUE

Pienso que enojado estás
de veras: ¿esto es fingir? 820


REY

Marqués, ¿qué puedo decir
sino que quiero aprender
semblante de una mujer
para acertar a mentir?
No temáis, Enrique, vos; 825
que si Dios el Rey se llama,
claro está que el Rey os ama
y amigos somos los dos,
porque a sus amigos Dios
da trabajos y cuidados; 830
mas son trabajos dorados:
sois mi amigo, a Dios imito,
y si los bienes os quito,
yo os los volveré doblados.


ENRIQUE

Los tesoros más supremos 835
son tu gracia y tu favor.


REY

Mi reino es vuestro.


ENRIQUE

Señor,
no merezco esos extremos.


REY

Enrique, disimulemos.

(Hablan los dos alto.)

ENRIQUE

¿De disculpas no te agradas? 840


REY

Ni ruegues ni me persuadas.
Vuelve a ser lo que antes eras
y a tus materias primeras
vuelve las cosas pasadas.
Cuatro títulos di yo, 845
que el honor de Enrique fueron,
los tres las gracias me dieron
y sólo César calló.


CÉSAR

Al oír que te ofendió
el hombre a quien quise tanto, 850
admiréme, y con espanto
se pasmó mi corazón,
y sólo la turbación
pudo detener el llanto.
Dos dudas luchan en mí: 855
hallo, viendo su lealtad.
que su culpa no es verdad;
vuelvo los ojos a ti,
hállote recto, y ansí
fuerza es que culpado sea: 860
pero como a Enrique vea,
luego de su parte soy:
y en tales dudas estoy,
que no sé lo que me crea.


REY

Título del Basto os den. 865


CÉSAR

Yo no lo acepto, señor,
porque si Enrique es traidor,
quiero yo pagar también
haberle querido bien:
y si acaso no es culpado, 870
y tú estás mal informado,
tampoco lo he de aceptar,
porque le quiero imitar
en ser bueno y desdichado.

REY

(Aparte, a ENRIQUE.)
No os quité vuestra riqueza, 875
si os he dejado a este amigo.


ENRIQUE

(Aparte, al REY.)
Una sombra soy que sigo
los rayos de tu grandeza.


CÉSAR

Aquí la fortuna empieza
sus tragedias.


REY

(Aparte, a ENRIQUE.)
No hay rigor 880
que disimule un amor.


TARANTO

Cayó un soberbio.


SALERNO

Era ley.


ENRIQUE

(Aparte.)
 
Fiero enojo es el de un Rey.
Aun fingido da temor.