Catolicismo y catalanismo - III
¿Para qué seguir? Esa tendencia prescindente en el orden público, no sólo existe preconizada con su actuación por el catalanismo, sino que las juventudes corren tras ella, atraídas por su aspecto de ecléctica novedad y, sobre todo, por la comodidad que representa; y no faltan sacerdotes, incluso constituidos en dignidad, que la secundan, acaso sin proponérselo, al secundar y favorecer el catalanismo, y hasta aparecen religiosos que la defienden públicamente en sus escritos (por ejemplo el Padre Miguel de Esplugas, Capuchino, desde la revista Estudios Franciscanos, número de Octubre de 1916, artículo "L'ideal de la Mercé, III "Aspecte religiós") ya combatidos por algún ilustre polemista desde las columnas de la Prensa católica (ocho artículos "Lo que había que ver", publicados por El Norte, diario tradicionalista de Gerona, por el doctor don J. G. S.).
Todo esto, y en especial tales ejemplos, han producido en las fuerzas católicas que actúan en la vida pública catalana una división, que es inminente acabe de dar el triunfo á la tendencia indicada, si los que confiesan el imperio de Cristo, no sólo en la vida privada, sino en la pública, no reaccionan enérgicamente contra tan perniciosa tendencia.
Esta puede afirmarse que no es otra cosa que el modernismo condenado por el glorioso Pío X en su decreto Lamentabili, de 3 de Julio de 1901, y en la Encíclica Pascendi, de 7 de Septiembre siguiente, pues uno de los caracteres del modernismo es el de pretender convertir el catolicismo en una especie de protestantismo lato ó liberal, error condenado en la última de las proposiciones del citado decreto Lamentabili; y el protestantismo liberal tiene como base la libertad de conciencia, entendida como la entienden los catalanistas, no en el sentido católico del derecho inviolable de profesar únicamente la verdadera religión.
Es de observar la coincidencia entre las palabras de Cambó relativas á la separación entre la Iglesia y el Estado y las que estampa el modernista Guignebert en su obra "Modernismo y Tradición católica" (sexta edición, París 1903, página 3), en la que atribuye el escaso progreso del modernismo al poco progreso de la cultura y del pensamiento religioso en el clero. Además, en el Syllabus (resumen de los errores modernos condenados por la Santa Sede, compilado de orden de Pío IX y remitido á todos los Obispos con circular del Cardenal Antonelli en 8 Diciembre 1864) constan condenadas una serie de proposiciones que se ven en la doctrina catalanista. Tales son las siguientes:
"Las ciencias teológicas se han de tratar lo mismo que las filosóficas". (Prop. 8)
"Todos los dogmas de la Religión cristiana son objeto de la filosofía, y la razón humana, cultivada solamente por la historia, puede, por sus fuerzas y principios naturales llegar al conocimiento verdadero de los dogmas." (Prop. 9).
"La manera como los antiguos escolásticos cultivaron la teología no conviene á las necesidades de nuestros tiempos ni al progreso de las ciencias." (Prop. 13).
"La filosofía debe tratarse sin tener en cuenta para nada la revelación sobrenatural." (Prop. 14).
"Todo hombre es libre de abrazar y profesar la religión que juzgue verdadera por la luz de la razón." (Prop. 15).
"La obligación que estrechamente liga á los maestros y escritores católicos se limita únicamente á los puntos propuestos por el infalible juicio de la Iglesia como dogmas de fe." (Prop. 22).
"La dirección total de las escuelas públicas puede y debe entregarse á la autoridad civil." (Prop. 45).
"Las escuelas para niños y en general los establecimientos de enseñanza pueden quedar exentos de toda autoridad de la Iglesia y deben someterse al dictamen de los gobernantes según el torrente de las ideas de la época." (Prop. 47).
"Los católicos pueden aprobar aquel sistema de educación de la juventud que no tenga conexión con la fe católica ni con la potestad de la Iglesia, y cuyo único objeto, ó el principal al menos, sea solamente la ciencia de las cosas naturales y las ventajas de la vida social sobre la tierra." (Prop 48).
"La Iglesia debe estar separada del Estado y el Estado debe estar separado de la Iglesia." (Prop. 55).
"La autoridad no es otra cosa que la suma del número y de las fuerzas materiales." (Prop. 60).
"Debe proclamarse y observarse el principio de no intervención." (Prop. 62).
"En la época presente no conviene ya que la Religión católica sea considerada como la única religión del Estado, con exclusión de todos los demás cultos." (Prop. 76).
Basta poner en parangón estas proposiciones con los hechos y textos citados de! catalanismo para comprender el enlace de las doctrinas de éste con los errores condenados.
Desde otro punto de vista, el patriótico, viene expresamente reprobado el catalanismo, por su falta de prudencia y moderación (aunque menor que el bizcaitarrismo) por las Instrucciones dirigidas por el Nuncio de Su Santidad en España á los Superiores de las Ordenes y Congregaciones religiosas, instrucciones establecidas por la Sagrada Congregacrón de Religiosos y comunicadas por la Secretaría de Estado del Vaticano, en cuya regla quinta se ordena "vigilar al catalanismo por dicha falta de prudencia y moderación". (Pueden verse catas Instrucciones en la obra de Campos y Pulido, "Legislación y Jurisprudencia canónica novísima y Disciplina particular de España", tomo I, Madrid, 1914, páginas 461 y 462).
Pero todo esto no ha sido bastante, y creemos que no ha de tardar mucho tiempo en que los Pastores del rebaño de Cristo hablen claro y alto para evitar que se borre del pueblo catalán su tradicional fe religiosa, sustituída por el indiferentismo aconfesional que la amenaza y que conduce al sectarismo anticatólico.
¡Dios quiera que no lleguen tarde!
Dalmacio IGLESIAS
Fuente
editar- El Correo Español (10 de julio de 1918): «Catolicismo y catalanismo - III». Página 1.