Catolicismo y catalanismo - I
estos notables artículos del elocuente senador por la provincia
Todos los que nos preocupamos de la marcha de las sociedades en el terreno religioso vemos desde hace tiempo planteado en nuestra región un gravísimo problema, que dice especial referencia á la actuación de la vida catalana en el orden público y la formación espiritual de las generaciones que han de sucedernos: el de la orientación de estas generaciones y el encauzamiento de aquella vida por el camino prescindente de toda religiosidad, es decir, de la denominada aconfesionalidad ó neutralismo religioso en el terreno social y público, reservando la Religión para el privado.
Y no sólo existe semejante tendencia, sino que (importa sobremanera fijarse en ello) ha llegado á constituir una verdadera Escuela, que, bajo el nombre de Catalanismo, aspira á monopolizar la dirección de la vida catalana en todas sus manifestaciónes, llegando hasta el punto de —¡curiosísimo contraste en quienes prescinden en el orden público de la Religión!— pretender imponerse á los Prelados y demás autoridades eclesiásticas.
Abundantísimas son las pruebas de tales tendencias por parte del catalanismo, bastando aquí traer á la memoria:
Primero. La génesis del catalanismo, hijo directo del liberalismo moderado, que, por desintegración de la Jove Catalunya, apareció con la Unió Catalanista y después de ésta, y con sus residuos, amasados con republicanismo más ó menos moderado, liberalismo más ó menos democrático y anodinismo, mediante el fermento del indiferentismo religioso y espíritu progresivo autonómico independiente, se concretó en la Lliga Regionalista, que últimamente ha incorporado á sí, merced á un nuevo progreso en radicalismo, los elementos procedentes de la izquierda catalana, hasta hace poco tiempo representada por el sectarismo de El Poble Catalá.
Segundo. El primitivo código fundamental de la actuación pública del catalanismo representado por las Bases de Manresa, en las que no se insertó un solo artículo ó párrafo que contuviera afirmación alguna religiosa, á pesar de la protesta de unos contados catalanistas católicos, protesta que no fué escuchada por los elementos directores para poder así sumar los de campos distintos y opuestos en el orden religioso; y tras las Bases de Manresa, el segundo código de aquella actuación, conocido por Programa del Tívoli, que dió un paso más en la tendencia, por su marcado color y sabor racionalista, lo que motivó que algunas personalidades eminentemente católicas, como el llorado doctor Torras y Bages, que solían ser colaboradores de la Prensa catalanista, dejaran en absoluto semejante colaboración, consagrándose desde entonces el citado ilustre Prelado á elaborar su magnífico libro La Tradició Catalana, acaso para ver de dar con el principio indiscutible de que "Cataluña ó será cristiana ó no será Cataluña" otra orientación al catalanismo militante; pero lejos de tomarla, fué el catalanismo todavía más allá con la conferencia dada por D. Francisco de A. Cambó el 9 de Noviembre de 1909 en la "Lliga Regionalista", conferencia en la que al precisar el carácter de la tendencia se declara el neutralismo religioso, pidiéndose, además que la enseñanza se ponga en manos del Estado.
Este carácter aconfesional del catalanismo vino también declarado, al interpretarse dicha conferencia, desde las columnas de su órgano oficial en la Prensa, sosteniéndose que: "la religión y la política son cosas absolutamente, fundamentalmente distintas", y que "el clericalisme ó anticlericalisme d'un politic considerat com á tal, no constitueix mes que un accident, may una condició esencial. No hi dret á exigir dels politics una declaració previa sobre aquest punt, ni es tampoc necessari ni prudent que la fassin" (Artículo "Equivoc de la Lliga", publicado en La Veu de Catalunya, número 3.786, correspondiente al 17, ed. de la tarde, y 18, ed. de la mañana de Noviembre de 1909; y diciéndole para determinar el lugar que ocupa la "Lliga Regionalista" en la política catalana, que dicha institución es: "respetuosa amb totes les creencies, perfectament neutral en tot quant no afecti directa ó indirectament á l'autonomía de Catalunya, son ideal, sa aspiració suprema" y que era preciso armonizar esta política "amb les corrents del pensament modern, amb les novissimes teories politiques, l'eusaqui al meu entendre el principal objecte, el fi primordial del discurs de Cambó: armonizar l'antic pesnament catalanista integre i pur, amb la moderna concepció del Estat, característica dels nostres temps." (Artículo "Al entorn d'un suposat equivoc", aparecido en La Veu de Catalunya, número 3.820 del 22, tarde, y 23, mañana, de Diciembre de 1909).
Tercero. Aquel celebérrimo y mal llamado Presupuesto de cultura, por el catalanismo preparado, elaborado y defendido, que por su carácter francamente laicista mereció las seveeras condenaciones del eminentísimo señor Cardenal Casañas, de feliz memoria.
Cuarto. La absoluta falta de cooperación del catalanismo á la actuación católica en todos los casos en que ésta ha tratado de oponerse á los proyectos contrarios á los intereses de la Religión y de la Iglesia en nuestra patria, aun en los casos de más vital importancia como: con ocasión del decreto prohibiendo la enseñanza del Catecismo en catalán en las escuelas oficiales; las reformas de enseñanza en sentido laicista propuestas por Canalejas; la llamada ley del Candado, y, más recientemente (Octubre de 1916), y con la excepción individual del Sr. Plaja, en la votación de la enmienda del diputado católico Sr. Solana al proyecto de exenciones de la contribución territorial, proyecto que, convirtiendo la tolerancia en librecultismo equiparaba los templos protestantes y de las demás sectas, á los de nuestra Religión.
Dalmacio IGLESIAS
Fuente
editar- El Correo Español (6 de julio de 1918): «Catolicismo y catalanismo - I». Página 1.