Cartas marruecas/Carta XXXVII

Carta XXXVII

De Gazel a Ben-Beley

Reflexionando sobre la naturaleza del diccionario que quiere publicar mi amigo Nuño, veo que, efectivamente, se han vuelto muy oscuros y confusos los idiomas europeos. El español ya no es inteligible. Lo más extraño es que los dos adjetivos bueno y malo ya no se usan; en su lugar se han puesto otros que, lejos de ser equivalentes, pueden causar mucha confusión en el trato común.

Pasaba yo un día por el frente del regimiento formado en parada, cuyo aspecto infundía terror. Oficiales de distinción y experiencia, soldados veteranos, armas bien acondicionadas, banderas que daban muestras de las balas que habían recibido, y todo lo restante del aparato, verdaderamente guerrero, daba la idea más alta del poder de quien la mantenía. Admiréme de la fuerza que manifestaba tan buen regimiento, pero las gentes que pasaban le aplaudían por otro término. -¡Qué oficiales tan bonitos! -decía una dama desde el coche-. -¡Hermoso regimiento! -dijo un general galopando por el frente de banderas-. -¡Qué tropa tan lucida! -decían unos-. -¡Bella gente! -decían otros-. Pero ninguno dijo: -Este regimiento está bueno.

Me hallé poco ha en una concurrencia en que se hablaba de un hombre que se deleitaba en fomentar cizaña en las familias, suscitar pleitos entre los vecinos, sorprender doncellas inocentes y promover toda especie de vicios. Unos decían: -Fatal es este hombre. Otros: -¡Qué lástima que tenga esas cosas! Pero nadie decía: -Éste es un hombre malo.

Ahora, Ben-Beley, ¿qué te parece de una lengua en que se han quitado las voces bueno y malo? ¿Qué te parecerá de unas costumbres que han hecho tal reforma en la lengua?