Cartas marruecas/Carta LXXVII

Carta LXXVII

De Gazel a Ben-Beley

Los trámites del nacimiento, aumento, decadencia, pérdida y resurrección del buen gusto en la transmigración de las ciencias y artes dejan tal serie de efectos, que se ven en cada periodo de éstos los influjos del anterior. Pero cuando se hacen más notables es cuando, después de la era del mal gusto, al tocar ya en la del bueno, se conocen los efectos del antecedente; y si esto se advierte con lástima en las ciencias positivas y artes serias, se echa de ver con risa en las facultades de puro adorno, como elocuencia y poesía.

Ambas decayeron a la mitad del siglo pasado en España, como todo lo restante de la monarquía. Intentan volver ambas a levantarse en el actual; pero no obstante el fomento dado a las ciencias, a pesar de la resurrección de los autores buenos españoles del siglo XVI, sin embargo de la traducción de los extranjeros modernos, aun después del establecimiento de las Academias, y en medio de la mofa con que algunos españoles han ridiculizado la hinchazón y todos los vicios del mal lenguaje, se ven de cuando en cuando algunos efectos de la falsa retórica y poesía de la última mitad del siglo pasado. Algunos ingenios mueren todavía, digámoslo así, de la misma peste de que pocos escaparon entonces. Varios oradores y poetas de estos días parece no ser sino sombra o almas de los que murieron cien años ha, y volver al mundo, ya para seguir los discursos que dejaron pendientes cuando expiraron, ya para espantar a los vivos.

Nuño me decía esto mismo anoche, y añadió: -Ésta es una verdad patente, pero con particularidad en los títulos de los libros, papeles y comedias. Aquí tengo una lista de títulos extraordinarios de obras que han salido al público con toda solemnidad de veinte años a esta parte, haciendo poco honor a nuestra literatura, aunque su contenido no deje de tener muchas cosas buenas, de lo que prescindo.

Sacó su cartera, aquella cartera de que te he hablado tantas veces, y después de papelear, me dijo: «Toma y lee». Tomé y leí, y decía de este modo:

«Lista de algunos títulos de libros, papeles y comedias, que me han dado golpe, publicados desde el año de 1757, cuando ya era creíble que se hubiese acabado toda hinchazón y pedantería».

1. Los celos hacen estrellas, y el amor hace prodigios. Decía al margen de letra de Nuño: «No entiendo la primera parte de este título».

2. Medula eutropólica que enseña a jugar a las damas con espada y broquel, añadida y aumentada. Y la nota marginal decía: «Estábamos todos en que el juego de las damas, así como el del ajedrez, era juego de mucha cachaza, excelentes para una aldea tranquila, propios de un capitán de caballos que está dando verde a su compañía, con el boticario o fiel de fechos de su lugar, mientras dan las doce para ir a comer el puchero; pero el autor medular eutropólico nos da una idea tan honrosa de este pasatiempo, que me alegró mucho no ser aficionado a tal juego; porque esto de ir un hombre armado con espada y broquel, cuando sólo creí que se trataba de un poco de diversión mansueta, sosegada y flemática, es chasco temible».

3. Arte de bien hablar, freno de lenguas, modelo de hacer personas, entretenimiento útil y camino para vivir en paz. Al margen se leían los siguientes renglones: «Éste es mucho título, y lo de hacer personas es mucha obra».

4. Nueva mágica experimental y permitida. Ramillete de selectas flores, así aritméticas como físicas, astronómicas, astrológicas, graciosos juegos repartidos en un manual calendario para el presente año de 1761. Sin duda enfadó mucho este título a mi amigo, pues al margen había puesto de malísima letra, como temblándole el pulso de pura cólera: «Si se lee este título dos veces seguidas a cualquiera estatua de bronce, y no se hace pedazos de risa o rabia, digo que hay bronces más duros que los mismos bronces».

5. Zumba de pronósticos y pronóstico de zumbas. «Zumbando me quedan los oídos con el retruécano», decía la nota marginal.

6. Manojito de diversas flores, cuya fragancia descifra los misterios de la Misa y Oficio Divino, da esfuerzos a los moribundos y ahuyenta las tempestades.

7. Eternidad de diversas eternidades.

8. Arco iris de paz, cuya cuerda es la consideración y meditación para rezar el Santísimo Rosario de Nuestra Señora. Su aljaba ocupa 560 consideraciones, que tira el Amor Divino a todas sus almas.

9. Sacratísimo antídoto el nombre inefable de Dios contra el abuso de agur. Al margen de este título y los tres antecedentes, había: «Siento mucho que para hablar de los asuntos sagrados de una religión verdaderamente divina, y por consiguiente digna de que se trate con la más profunda circunspección, se usen expresiones tan extravagantes y metáforas tan ridículas. Si semejantes locuciones fuesen sobre materias menos respetables, se pudiera hacer buena mofa de ellas».

10. Historia de lo futuro. Prologómeno a toda la historia de lo futuro, en que se declara el fin y se prueban los fundamentos de ella, traducida del portugués. Y la nota decía: «Alabo la diligencia del traductor. Como si no tuviésemos bastante copia de hinchazón, pedantería y delirio, sembrada, cultivada, cogida y almacenada de nuestra propia cosecha, el buen traductor quiere introducirnos los productos de la misma especie de los extranjeros, por si nos viene algún año malo de este fruto».

11. Antorchas para solteros, de chispas para casados. Y al margen había puesto mi amigo: «Este título es más que todos los anteriores juntos. No hay hombre en España que lo entienda, como no lea la obra, y no es obra que convide mucho a los lectores por el título».

12. Ingeniosa y literal competencia entre Musa, rey de los nombres, y Amo, rey de los verbos, a la que dio fin una campal y sangrienta batalla que se dieron los vasallos de uno y otro monarca; compuesta en forma de coloquio. La nota marginal decía: «Por el honor literario de mi patria sentiré mucho que pase los Pirineos semejante título, aunque para mi uso particular no puedo menos de aplaudirlo, pues cada vez que lo leo me quita dos o tres grados de mi natural hipocondría. Si todos estos títulos fuesen de obras jocosas o satíricas, pudiera tolerarse, aunque no tanto; pero es insufrible este estilo cuando los asuntos de las obras son serios, y mucho más cuando son sagrados. Es sensible que aún permanezca semejante abuso en nuestro siglo en España, cuando ya se ha desterrado de todo lo restante del mundo, y más cuando en España misma se ha hecho por varios autores tan repetida y graciosa crítica de ello, y más severa que en parte alguna de Europa, respecto de que el genio español en las materias de entendimiento es como la gruesa artillería, que es difícil de transportarse y manejarse a mudar de dirección, pero, mudada una vez, hace más efecto dondequiera que la apuntan».