Cartas a Lucilio - Carta 62
Carta LXII El empleo del tiempo Mencionemos a aquellos que quieren hacer ver que el conjunto de asuntos les impide hacer estudios liberales; simulan ocupaciones y las multiplican, y tropiezan ellos mismos. Yo, querido Lucilio, tengo tiempo libre, y donde quiera que sea, allí soy mío. No me entrego a las cosas, sino que me libero; no corro detrás de las ocasiones de perder tiempo, antes en cualquier lugar donde me detengo, sigo mis pensamientos y pienso alguna cosa saludable. Cuando me doy a los amigos, no por ello me sustraigo de mí mismo, ni me detengo con aquellos a los que me ha unido alguna circunstancia o algún deber ciudadano, sino que me quedo con los mejores de los hombres; en cualquier lugar, en cualquier siglo que hayan existido, a ellos llevo mi alma. Siempre llevo en mí un Demetrio, el mejor de los hombres, y dejando a los purpúreos, hablo con aquél hombre medio desnudo y lo admiro. ¿Cómo no admirarlo, si veo que no le falta nada? Cualquiera puede menospreciar todas las cosas, pero tenerlas todas, a ninguno le es posible: el camino más breve hacia la riqueza es el menosprecio de la riqueza. Y nuestro divino Demetrio vivió no como quien desprecia todas las cosas, sino como las cede todas a los demás.