Carta de Ramón Castilla a San Martín-1849



Carta del Presidente del Perú, Gran Mariscal don Ramón Castilla al General don José de San Martín


Lima, mayo 26 de 1849


Excmo. Sr. General D. José de San Martín

Mi respetable General y amigo:

Sin embargo del limitado tiempo que me dejan las tareas públicas, para llenar en parte las confidencias, especialmente las que respectan a U.. me es satisfactorio colocarlo en el lugar más preferente: tengo el honor de anticipar esta carta que caminará por el paquete del 19 de junio próximo, con la cual voy a contestar su apreciación del 15 de febrero último por haber únicamente acusado su recibo el 19 del que expira.

Muy sensible me es saber por su estimada citada carta: que a consecuencia de la inestabilidad de la paz en Francia y de la confirmación de su enfermedad en la vista, nos priva U. de la satisfacción de verlo entre nosotros durante sus días. Quizá restableciéndose la primera, y mejorando la segunda, en este último tercio de mi período constitucional, se resigne U. a vivir en un país que, aunque pequeño por su reducida población, es sincero amador de U. por los servicios que le debe como a su caudillo en la lucha de la independencia. Antes de haber castigado al General Iguain por el crimen de conspiración que cometió en julio del anterior; el 21 de febrero último fué sofocada sin una gota de sangre una segunda conspiración capitaneada por los generales San Román y Torrico, de y acuerdo con Ballivian y Flores, que no pueden conformarse con la pérdida de sus presidencias ni con la continuación de la paz de que tienen positiva necesidad estos pueblos. Felizmente descubierto el plan, en cuyo desarrollo el Perú habría perdido su nacionalidad, nos proponemos destruirlo sino para siempre, a lo menos por mucho tiempo. Con tal motivo fué que convoqué un congreso extraordinario que del 11 al 12 de junio próximo quedará instalado. Espero fundadamente que este cuerpo, no obstante como U. sabe, que el mayor número de los de su clase son propensos a los desórdenes, ayudará al gobierno a la conservación de la paz pública, bien precioso que por mi parte, me propongo mantener a todo trance, apoyado en los buenos peruanos que conocen demasiado la magnitud de la tempestad que acaban de conjurar, principalmente los marino franceses, obstáculo de la cesación de la guerra en el Río de la Plata y de su prosperidad que no puede haber ni paz, han cuasi intervenido con su conducta parcial en favor de los enemigos del Perú y Bolivia, trayendo a bordo de sus buques al General Ballivian. Los ingleses han observado una conducta diversa y perfectamente neutral.

Aun cuando estos pueblos, infantes en la carrera de las naciones, marchan de obstáculo en obstáculo hacia el objeto que se han propuesto tocar, nos prometemos que fijando su atención en el tiempo pérdido, obren en el sentido que más convenga a sus intereses, en la extensión de la palabra. Yo por mi parte he jurado continuar exclusivamente dedicado, en todo el tiempo que me resta de mando constitucional, a la consecución de aquel objeto.

En mi carta dle 13 me tomé la libertad de llamar la atención de U. sobre otro diverso e importante objeto: hablo del estandarte de Pizaro y del expediente de Santa Rosa de Lima, que cuando U. se retiró del Perú llevo consigo, como recompensa más distinguida a los servicios que U. había prestado a esta República.

Suponiendo, como debo suponer, que U. quiso poseer aquellos trofeos por un tiempo determinado, a los más durante sus días, que celebraría fuesen perdurables; y tomándose la confianza de ser intérprete de su voluntad, que siempre juzgué honrosa y amigable del Perú, creo que U. recibirá con agrado mi indicación y se servirá decirme su opinión y última disposición respecto al estandarte de Pizarro y expediente de Santa Rosa que creo deben volver a esta República, si no antes, inmediatamante después de los días de U.

Rogando a U. dispense la franqueza que he usado al hablarle de un asunto que para otros era concluido por el silencio que han guardado acerca de él, me repito de U. muy afectísimo amigo y obsecuente servidor.


R. Castilla



Carta reproducida en Revista Peruana (Lima, 1879) y Revista Nacional (Buenos Aires, 1908)