Carta de Nikita Khrushchev a John F. Kennedy

CARTA A KENNEDY

26 de Ocubtre de 1962

Estimado señor presidente:

He conocido con satisfacción su respuesta al señor Thant en el sentido de que se tomarán medidas para impedir el contacto entre nuestros barcos y con ello evitar irremediables consecuencias. Esta razonable acción de su parte refuerza mi creencia de que usted está demostrando preocupación por salvaguardar la paz y observo esto con gran satisfacción.

Ya he sostenido en alguna ocasión que nuestro pueblo, nuestro gobierno y yo, personalmente, como presidente del Consejo de Ministros, estamos preocupados únicamente porque nuestros países puedan desarrollarse y ocupar un lugar digno entre todos los pueblos del mundo en la competencia económica, en el progreso de la cultura y de las artes, y en el incremento del bienestar de la humanidad. Éste es el campo más noble y necesario para la competencia y, tanto los vencedores como los vencidos, sólo ganancias pueden obtener de ella, puesto que en él va implícita la paz y el mejoramientobde las condiciones de vida del hombre.

En su declaración usted ha sustentado que el principal objetivo es llegar a un acuerdo y adoptar las medidas necesarias para impedir un choque entre nuestros buques, con la consiguiente acentuación de la crisis que podría desembocar en un conflicto militar, tras cuyo estallido todas las conversaciones serían superfluas, ya que entonces entrarían en liza otras fuerzas y otras leyes: las leyes de guerra. Estoy de acuerdo con usted. Pero éste es sólo el primer paso, puesto que la medida más importante a adoptar es la normalización y la estabilización de la paz entre lo Estados y entre los pueblos.

Me hago cargo perfectamente de su preocupación, señor presidente, por la seguridad de Estados Unidos, porque éste es el primer deber de un presidente. Pero nosotros, los rusos, estamos también preocupadosbpor la misma cuestión, y yo, como presidente del Consejo de Ministros, asumo las mismas obligaciones en relación con la URSS.

Usted ha mostrado su preocupación por el hecho de que nosotros hemos ayudado con armas a Cuba a fin de fortalecer su capacidad defensiva; sí, precisamente su "capacidad defensiva", porque, prescindiendo de las armas que posea, Cuba no puede compararse con Estados Unidos. Son muy diferentes las cantidades, el potencial militar de que disponen Estados Unidos y Cuba. Nuestra intención ha sido, y sigue siendo, ayudar a Cuba. Y nadie puede negar el carácter humano de nuestros motivos, que no son otros que hacer posible que Cuba viva en paz y que se desarrolle de acuerdo con los deseos de sus pueblos. Usted desea mantener la seguridad de su país. Esto es comprensible, pero Cuba aspira a lo mismo. Todos los países desean mantener su propia seguridad. ¿De qué forma podemos nosotros, la Unión Soviética, nuestro gobierno, valorar las acciones de ustedes, concretamente el hecho de que ustedes hayan rodeado con bases militares a la Unión Soviética y a nuestros aliados, estableciendo en ellas arsenales de proyectiles? Los funcionares norteamericanos han declarado infinidad de veces, y de modo inequívoco, que sus proyectiles están emplazados en Gran Bretaña y en Italia y que están apuntando contra nosotros. Por supuesto también hay proyectiles emplazados en Turquía. Usted está preocupado por causa de Cuba. Dice que Cuba le preocupa porque hay una distancia de tan sólo 145 kilómetros desde ella a la costa americana. ¿Considera acaso que tiene usted derecho a demandar seguridad para su país y la retirada de todas aquellas armas a las que califica de "ofensivas" y no reconoce que el mismo derecho nos asiste a nosotros?

Usted ha instalado proyectiles mortíferos, armas consideradas ofensivas por usted mismo, en el suelo de Turquía, prácticamente al lado nuestro. ¿Cómo puede entonces admitirse una concordancia entre nuestra semejante capacidad militar y las desiguales relaciones entre nuestros dos grandes Estados? Está bien, señor presidente, que haya accedido a que nuestros representantes se reúnan e inicien conversaciones aparentemente bajo la mediación del secretario general de las Naciones Unidas, U Thant. Este funcionario internacional ha asumido el papel de mediador y nosotros los consideramos capacitado para llevar adelante esta misión de responsabilidad, dando por sentado, por supuesto, que cada una de las partes ha de demostrar buena voluntad para solucionar el conflicto y normalizar la situación de modo que los pueblos puedan respirar más fácilmente, considerando que los hombres de Estado responsables tienen buen sentido, plena conciencia de sus responsabilidades, capacidad suficiente para resolver cuestiones complicadas y que no habrán de dejar que los acontencimientos desemboquen en la catástrofe de una guerra.

Por consiguiente, hago a usted esta proposición: Nosotros accedemos a retirar de Cuba aquellos materiales que usted calificó de ofensivos, y podemos comprometernos a ello en el seno de las Naciones Unidad. En reciprocidad, sus representantes harán una declaración en el sentido de que Estados Unidos, considerando las dificultades y la ansiedad del Estado soviético, retirarán de Turquía similares materiales ofensivos. Lleguemos a un acuerdo en cuanto al periodo de tiempo necesario, para ustedes y para nosotros, con el objeto de poner en práctica este plan. Después de esto, personas de confianza del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas podrán viligar sobre el terreno el cumplimiento exacto de los compromisos.

Por supuesto, será necesaria la autorización de los gobiernos de Cuba y Turquía para que los agentes de la ONU puedan entrar en los respectivos países y llevar a cabo su misión de inspección. Lo ideal sería que estos agentes gozaran no sólo de la confianza del Consejo de Seguridad, sino de la confianza de Estados Unidos, de la Unión Soviética, y de Turquía y Cuba. Creo que no será difícil elegir a esos agentes, que deberan respetar los intereses de todas las partes afectadas.

Nosotros, comprometiéndonos a dar satisfacción a las esperanzas de los pueblos de Cuba y Turquía y a fortalecer la confianza de ellos en su propia seguridad, haremos una declaración ante el Consejo de Seguridad, de modo que el gobierno soviético haga la promesa solemne de respetar la soberanía de Turquía y la inviolavilidad de sus fronteras, de no interferir en sus asuntos, de no invadir Turquía, de no hacer del territorio soviético una cabeza de puente para tal invasión y de contener las intenciones de todas las personas que proyecten una agresión contra Turquía, tanto desde el territorio de la Unión Soviética, como desde el de otros Estados vecinos de la nación turca.

El gobierno de Estados Unidos hará una declaración análoga, también ante el Consejo de Seguridad, en el sentido de respetar a Cuba. Declarará que Estados Unidos, impulsado por el respeto a la soberanía de Cuba y a la inviolabilidad de sus fronteras, se compromete a no interferir en sus asuntos internos, a no invadir Cuba, a no hacer del territorio norteamericano una plataforma para tal invasión y a contener las intenciones de todas las personas que proyecten una agresión contra Cuba, tanto desde el territorio de Estados Unidos como desde el territorio de los Estados vecinos de la nación cubana.

Para esto necesitaríamos, naturalmente, llegar a un acuerdo sobre un tiempo límite. Lleguemos, pues, a un acuerdo sobre tal periodo, pero sin retrasarlo demasiado: dos o tres semanas, desde luego, no más de un mes. Los materiales situados en Cuba, a los que usted se ha referido y que constituyen el motivo de su preocupación, están en manos de oficiales soviéticos. Por lo tanto, queda excluido cualquier uso accidental de los mismos con daño para Estados Unidos. Estos materiales están emplazados en Cuba a petición del gobierno cubano y exclusivamente con fines de defensa. Por lo tanto, si no hay invasión de Cuba ni ataque contra la Unión Soviética o contra alguno de sus aliados, estos materiales no constituyen ni constituirán una amneza para nadie. Porque su instalación no persigue propósitos ataque.

Si está usted de acuerdo con mi proposición, señor presidente, nosotros podemos enviar a nuestros representantes a Nueva York, a las Naciones Unidas, con instrucciones concretas a fin de que podamos alcanzar un acuerdo. Si usted elige también a sus hombres y les da las correspondientes instrucciones, la cuestión puede quedar zanjada rápidamente.

¿Por qué deseo esto? Porque el mundo entero se encuentra actualmente preocupado y espera de nosotros una rápida solución. La mayor alegría para todos los pueblos puede ser el anuncio de nuestro acuerdo sobre la radical liquidación del conflicto planteado. Yo atribuyo una gran importancia a este acuerdo, que puede ser, además, utilizando como un buen paso para allanar el camino a un convenio sobre prohibición de pruebas nucleares. La cuestión de las pruebas debe ser estudiada paralelamente, aunquen sin relacionar un asunto con el otro, puesto que son de naturaleza diferente.


Sin embargo, es importante que se alcance un acuerdo sobre las dos cuestiones para prestar al pueblo un buen servicio, para alegrarlo también con la noticia de la interrupción de las pruebas nucleares, para demostrarle que la atmósfera no habrá de ser por más tiempo contaminada. Nuestra posición y la suya a este respecto, señor presidente, son muy cercanas.Todo esto puede ser utilizado también como un buen punto de partida hacia la consecución de otros acuerdo sobre otras cuestiones, acerca de las cuales intercambiamos ahora nuestros puntos de vista. Estas cuestiones no han podido quedar resueltas por ahora, pero están esperando una urgente solución que haga más clara la atmósfera internacional. Nosotros estamos dispuestos a conseguirla,

Éstas son, pues, mis proposiciones, señor presidente. Suyo, respetuosamente.

26 de Octubre de 1962 NIKITA JRUSHCHOV