Carta de Javiera Carrera a Pedro Díaz de Valdés (2 de julio de 1810)

Mi Valdés:

Espero el correo con impaciencia para saber el resultado de Buenos Aires y de consiguiente tu determinación para continuar tu viaje. Aquí han venido muchos a decirme es regular te vuelvas ahora con el motivo de la Presidencia del señor Elio; pero los que miran la cosa con verdadero interés opinan muy al contrario. No ha dejado de incomodarme la jubilación del Asesor Almagro con sólo mil pesos después de tantos años de servicios. Creen muchos no se conforme con esto y que emprenderá viaje a España en fuerza de ver su mérito postergado. Los porteños están graciosos contra la ligereza de sus paisanos. Este Cabildo contesta con pinzas por lo que pueden perjudicarnos hasta saber el resultado. Tú haces bien en gobernarte con cautela en este particular. Como dices, supuesto que hay que estar en ese país, toma todas las precauciones relativas a tu seguridad. No dejo de conocer que este tu viaje es trabajoso de todos modos y quien sabe mi pobre Mañungo cuanto padecerá aunque se quede en Córdoba, en fin, tú tienes presente todo lo ocurrido y podrás determinar lo menos expuesto y más conveniente. Ninguna novedad ha ocurrido que participarte desde la última que te escribí, sólo que Carrasco, dice el picarón se alegra de tener sucesor, lo que siento infinito. Aquí le han robado al Judas Reyes. el escudo de armas que tenía en el patio de su casa entre las ventanas. Dicen entraron dos hombres a caballo y a vista de su mujer e hijas lo sacaron. Han botado en algunas casas las poesías que te incluyo para que te diviertas, pero no las publiques hasta después. Así irán pagando estos demonios! La cuarteta última es sin duda para Campos.

Te aviso que el Señor se ha servido llamar a nuestra pobre viejecita ña Panchita de resultas del accidente que padecía. Te acordarás que te anuncié esto la víspera de tu partida, cuando me decías me había de acompañar mucho en tu ausencia. Dios me quiere muy sola; pero sabe que Rosita Valdivieso me acompaña y ha prometido asistirme en mi parto sin separarse de aquí hasta dejarme buena. Cuando llegue el caso, se que estos te consolará y no quiero dejar de decírtelo.

A Larraín he dado tus memorias y las mias. Los demás no parecen, particularmente Argomedo, el que hasta la fecha no ha venido desde que tu te fuiste, a pesar de haberle reconvenido por tu asunto. Prieto ha estado dos veces.

En fin, hijo, todo es trastorno en este valle de lágrimas. Cuando sepas algo de Jovellanos avisa, que también me aflije no esté en el Consejo de Regencia. Recibe mil memorias de padre, a quien debes escribirle, Juan José y Luis te saludan, lo propio tus parientes y amigos.

Cuidate de hacerle el cumplido al hijo del Marqués, supuesto que te obsequió lo que le he agradecido. Nuestros hijos están tan famosos y cuidados. Pío tan regalón que no se aparta de mí ni cuando salgo a alguna visita.

Adiós, mi Valdés, tuya muy de corazón, tu Francisca Javiera.

A Torres memorias.