Carta de Augusto Pinochet con motivo de su cumpleaños número 91


Carta de Augusto Pinochet con motivo de su cumpleaños número 91

25 de noviembre de 2006

Estimados amigos:

Agradezco a todos ustedes, a través de mi querida esposa, el afecto que me han manifestado en el día de mi cumpleaños.

Hace 91 años nací en esta tierra maravillosa. La vida me impuso deberes duros que debí cumplir pensando sólo en el bienestar de Chile y de sus hijos. Contiendas civiles que los militares no provocamos, nos obligaron a actuar en defensa de la libertad, el derecho y la democracia, en un mundo convulsionado en que se debatía la suerte de toda la humanidad.

Debo dar gracias a Dios por tener una esposa que me ha acompañado y dado la fuerza necesaria para enfrentar los rigores de mi destino; por haber podido ver crecer a mis hijos, mis nietos y bisnietos en un país libre, pujante, moderno y admirado; y por haber evitado un enfrentamiento fratricida y reencauzado a Chile por el camino de la libertad y el derecho.

El Chile que construimos a partir de 1973, con el sacrificio de todos, ha dejado atrás la amenaza totalitaria, nos ha proyectado hacia un destino superior y nos dará el día de mañana mayor bienestar y mejores y más justos niveles de vida. Los sacrificios realizados tienen en ello una sobrada compensación.

Hoy, cerca del final de mis días, quiero manifestar que no guardo rencor a nadie, que amo a mi Patria por encima de todo, y que asumo la responsabilidad política de todo lo obrado, en la convicción que ello no tuvo otro norte que engrandecer a Chile y evitar su desintegración.

Quiero, especialmente, dar un mensaje de apoyo a mis camaradas de armas, muchos de ellos privados de libertad, que sufren la persecución y la venganza de quienes desencadenaron la confrontación cívica y la violencia que obligó a las Fuerzas Armadas y de Orden a intervenir para superar un conflicto que parecía insalvable. Gracias a su coraje y decisión, Chile pudo transitar entre la amenaza totalitaria y la plena democracia que nosotros restablecimos y de la cual gozan hoy todos nuestros compatriotas. Si al cabo de 30 años quienes provocaron el caos y el enfrentamiento se han renovado y reinsertado en un estado de derecho, no cabe reclamar castigo para los que evitaron que se extendiera y profundizara la peor crisis política, moral, económica y de identidad nacional de que se tenga recuerdo. Reitero lo que he dicho siempre: yo asumo la plena responsabilidad política de lo sucedido.

Todos los vejámenes, persecuciones e injusticias que me afectan a mí y mi familia, los ofrezco gustoso en aras de la armonía y la paz que debe reinar entre los chilenos.

Tengo la certeza más absoluta que en el día de mañana, cuando cesen las pasiones y los resentimientos, la historia juzgara con objetividad nuestra tarea y reconocerá que la obra realizará colocó a Chile a la cabeza de las naciones de este Continente.

Ruego a la Divina Providencia que seamos capaces de superar las heridas que inevitablemente dejan conmociones sociales y políticas como la que debimos enfrentar en 1973, y que se restablezca en Chile la unidad, la concordia y la paz social. Sólo así volveremos a ser grandes y sepultaremos el odio y el revanchismo.

Muchas gracias a todos Uds. por la lealtad y la gratitud que guardan para con este viejo soldado, a quien la Patria lo colocó en una encrucijada histórica que logramos resolver con el apoyo y respaldo de sus camaradas de armas y del heroico pueblo chileno.

VIVA CHILE