Carta a Filena
Aunque siempre fuí cobarde
Contigo, amoroso alarde
Hacer de un recuerdo quiero:
Era á mitad de Febrero;
Era á mitad de una tarde.
Con el alma de amor llena,
Buscando alivio á la pena
Que mi corazón traspasa,
Llamé á tu puerta, Filena,
Y estabas solita en casa.
No sé si aliviar quisiste
Mis amantes desvarios:
Ello es que viéndome triste
Enternecida pusiste
Tus labios sobre los mios.
Sin duda fué caridad:
Sin duda fué solo un medio
De mostrarme tu piedad;
Pero ¡ay! que ha sido el remedio
Peor que la enfermedad.
Mira, Filena querida,
Si hay desdicha parecida
A esta mi desdicha fuerte:
Lo que á tantos da la vida
A mi me ha dado la muerte.
Desde entonces no reposa
Mi alma, y sín cesar me quejo:
Desde entonces, niña hermosa,
De tu boca temblorosa
Guardo en mis labios el dejo.
Es una dicha y la lloro;
Pero con tanto egoismo
La guardo como un tesoro.
Que algunas veces, yo mismo
Me parece que la ignoro.
Que á más de ser yo muy hombre,
Tu concepto me es sagrado;
Y, para que más te asombre,
Desde entonces he encerrado
En mi corazón tu nombre.
Solo si alguien por antojos,
O porque ve que ya apunta
La amarillez en mis ojos.
Lastimado, me pregunta
La causa de mis enojos;
Porqué á las gentes esquivo
Y en amoroso embeleso
Vagando voy pensativo.
Respondo: «¡Me han dado un beso
Y desde entonces no vivo!»
Pero, oye y valga verdad:
Si no tienes otro medio
De mostrarme tu piedad,
Vuelve á aplicarme el remedio.....
Y siga la enfermedad.