Mil veces me engañó; más de mil veces

abrió en mi corazón sangrienta herida;

de los celos, la copa desabrida,

me hizo beber hasta agotar las heces.


Fue en mi vida, con todos sus dobleces,

la causa de mi angustia –no extinguida–

aunque, ¡pobre de mí! toda la vida

su mentiroso amor... pagué con creces.


Los tiempos han pasado; ya su boca

no me da sus caricias, no me abrasa

el fuego de sus ósculos de loca;


y sin embargo mi pasión persiste...

pues, cuando a veces por mi senda pasa,

¡me alejo mudo, cabizbajo y triste!