Cansado el ciego Dios de herir flechero
Cansado el ciego Dios de herir flechero
Las nobles almas con incendio hermoso,
Quiso buscar sosiegos de gustoso
Quien motiva cuidados de severo.
Viendo de Anarda el rostro lisonjero,
Pensó que Venus era, y delicioso
Gustando en ella halagos de un reposo,
Provó lo dulce, reprovó lo fiero.
Pero después sabiendo (en lo arrogante)
Que Anarda no era Venus, inflamado
Amó de Anarda la beldad triunfante;
De suerte que en asombros del cuidado
El propio Amor se vio de Anarda amante,
El propio Amor se vio de amor flechado.
Esta poesía forma parte del libro Música de el Parnaso (1705)