Cancionero de Manuelita Rosas/Oda (J.M.Z. y L.)

ODA


Miradla! Un pueblo entero se agita en torno suyo
su nombre lleva el poeta a su inspirada lira,

su imagen el artista sobre su lienzo admira,
y con el pendón guerrero, su nombre inscripto va.

Su nombre en las ciudades, su nombre en las aldeas
y alzando sus corrientes altivo muestra el Plata,
que en cada oleada tuya, su nombre escrito está.

¿Por qué lr llevan flores? ¿Por qué mil bendiciones?
¿Por qué su sien modesta, irradia tanta gloria?
las páginas en vano recorro de la historia,
mujer ninguna veo quc se le iguale alli.

Tan solo un rasgo intrépido el nombre inmortaliza
de Carlota Corday, esta heroina hocimida.
que en un puñal rcfleja la historia de su vida
en qué pretende osada que la compare a ti?

Altiva fué Antonieta, como eres tu modesta
la noble Maria Estuardo, fué si, cual tú virtuosa,
mas la infeliz heroina partió a pedir quejosa
al cielo la justicia, que el hombre le negó.

¿A qué mujer igualas? ¿A quién envidias, dime?
Si miro Juana de Arco, marchando victoriosa
delante de sus huestes, te miro más hermosa
marchando enternecida de la desgracia en pos.

La turba de las reinas se muestra ante mis ojos
con cetros en la mano, con sienes coronadas
y en solios refulgentes con altivez sentadas
parecen dcsafiando la majestad de Dios.

Tu trono no es idólatra, alli no brilla el oro,
no es trono levantado al bote de la lanza,
de ejército ninguno la bélica pujanza
sostiene a viva fuerza tu regio pedestal.

Tu trono es nuestro pecho, tus armas nuestros brazos
tu fuerza esté en el alma de un pueblo que te adora
tus joyas son las perlas que en tu albo seno llora,
el huérfano, la viuda y el mendigo infeliz.

Del genio de tu padre la chispa a ti desciende,
inflámase en tu seno, aspira nueva vida,
y cae por fin en lluvia de aromas convertida
al suelo de la patria que te posee feliz.

¡Feliz Buenos Aires! Si Londres, si Roma,
si Paris y Viena, envidian tu ciclo,
tus campos y florcs, y tu virgen suelo,
los bosques y rios que baña tu pie;

Envidiante ese ángel que el ciclo buscaba
flotando en los aires, perdido en la esfera,
y un aura propicia soplando ligera
cautivo a la Patria Argentina le trae.

¿Quién sabe si esa escuadra poderosa,
que vino al Plata a enseñorearse un dia,
en sus proyectos de ambición no traía
la oculta mira de robarte a ti?

No es imposible; en otro tiempo Paris
audaz arrebató a Esparta a Helena.

y dos pueblos salieron a la arena
a retaurarla o perecer alli.

Faltó a la Francia el tipo de lo bello
en ti vió un angel de sin par belleza.
faltó una joya a la corona lnglesa
y al verte vino, a conquistarla aqui.

Calle mi lira su atrevido canto
pretende en vano bosquejar tu gloria,
ya tu nombre Manuela, es de la historia.
y la historia tu vida hara inmortal.

Ella dirá que una mujer sublime
se apareció en el teatro de una guerra
como aqucl Iris que anunció a la tierra
la paz tras el diluvio universal.

Dirá por fin que un pueblo te adoraba
que en mil odas tu nombre bendecia
y alli feliz, también la mia
bendiciendo tu nombre se hallará. (").


J.M.Z. y L


Buenos Aires, Octubre 8 de 1850.