Cancionero (Petrarca)/Lloré, ahora canto; que la etérea lumbre

Lloré, ahora canto; que la etérea lumbre
aquel sol mío a los ojos ya no cela,
en la que honesto Amor claro revela
su dulce fuerza y celestial costumbre.

Llorar suelo tal río en mi quejumbre,
por acortar de mi vivir la tela,
que no hay ya puente o vado o remo o vela
o alas para cruzarlo que columbre.

Tan hondo era él, y ancha su vena
y yo tan lejos de la orilla iba,
que apenas distinguía árbol y arena.

No lauro o palma, sino mansa oliva
Piedad me da, y el tiempo al fin serena,
el llanto enjuga, y quiere que aún yo viva.