Cancionero (Petrarca)/Ay, ¿qué piedad, qué ángel fue tan presto

Ay, ¿qué piedad, qué ángel fue tan presto
a llevar hasta el cielo mi porfía?
Que siento aún volver, como solía,
mi bien con su ademán dulce y honesto,

para aquietar mi corazón y gesto,
de humildad llena y de altivez vacía,
y en fin tal que la muerte no me arría
y vivo, y no me es más vivir molesto.

Bendita sea, pues hacía bendito
con vista y voz cuanto habitaba el suelo,
de ambos entendidas sólo, admito.

«Fiel mío, vé cuánto de ti me duelo,
mas fui por nuestro bien como granito»,
dice, y aún más con que parara el cielo.