Canción (Olmedo, I)
Aquel velo misterioso
que al pudor la noche da,
es más bello y más hermoso
que el sol en su claridad.
Ven, pues, noche, no te tardes,
ven mis dichas a colmar.
Allá lejos tras los montes
escondiéndose el sol va;
ésta es la hora venturosa
del placer y de la paz.
Llega, noche, no te tardes,
ven mis dichas a colmar.
Ven, amiga, presurosa,
que mi amor te espera ya,
y cada sombra me engaña
pensando que tú serás.
Llega, noche, no te tardes,
ven mis dichas a colmar.
Las palomas se acarician
y se quejan a la par:
con sus quejas y caricias
dulce ejemplo nos darán.
Llega, noche, no te tardes,
ven mis dichas a colmar.