El que hacerse quisiera caballero,
póngaseme muy grave y muy severo
y aprenda muy despacio
lo que son etiquetas de palacio.
Si nombrare al virrey, diga, su esencia,
y no como la plebe, Su excelencia;
al título lo trate de Usiría,
y que le nombra así de cortesía
y a que no hablarle más ya se resuelve
porque no se la vuelve.
Entra aquí al elegar ejecutorias
el suponer hazañas y memorias
heroicas de ascendientes,
y el hacer a diez grandes sus parientes.
Si este tal caballero fuere pobre,
porque todo le sobre,
a una iglesia se vaya, y, por dos reales,
que a un cochero le dé para tamales,
por este corto logro que interesa,
le meterá en el coche o la calesa
donde abriendo del todo las cortinas,
por las calles remotas y vecinas,
cuantos fuere por ellas encontrando
los irá saludando
llamándole de vos al mal vestido
y al galán poderoso y engreído,
de tú, porque les oigan tutearse
y así piensan que llegan a igualarse.
Si el tal le preguntare dónde ha estado,
le dirá que ocupado:
Su esencia le ha tenido
en consulta, cansado y aburrido,
porque el gobierno todo lo ha fiado
de su corto discurso limitado,
y que nunca le deja, aunque
él se excusa
y murmure algo de él,
que así se usa.