Caídas
de José Alonso y Trelles

Dóranse los trigales a un sol que quema,
Y, agitando sus alas, las segadoras
Largan en los rastrojos atáos de paja,
Que han de mascar más tarde las triyadoras.

Con el gancho e viruta sobre los ojos,
Montáos en mancarrones que, por sotretas,
Ni sombra son de aquellos que beyaquiaban
Al sentir las yoronas en las paletas,

Van cruzando las chacras, jediendo a gófio,
Cortáo el pelo al rape y en Zapatiyas
Los nietos de los gáuchos de vincha y lazo
-Juertes como los "talas" y "coroniyas",-

Que cuando estas quebradas no habían sentido
Más aráo que la trompa de los peludos,
Se golpiaban la boca putiando alcaldes,
Jinetes en baguales de los más crudos!...

A la puerta e los ranchos, cuando eyos pasan,
Salen las paisanitas de la tierruca,
Que se enceban la cara pa hecharse polvos,
Y se añudan el pelo sobre la nuca.

Y balan "vidalitas" en la acordeona,
y relinchan, al ráirse, como potrancas,
Y, al andar van diciendo de razas finas
Po el tamaño e los senos y de las ancas,

Y son tamién, las nietas de aqueyas chinas
De ojos como no hubo otros, lindas y esbeltas,
Que al morir de las tardes, todas de blanco,
Y adornadas con flores las trenzas sueltas,

Iban dende los ranchos hasta el palenque
A esperar a los crioyos de entrañas duras,
Que eran pa las chiruzas de sus amores
Suaves como las grasas de las achuras.