Borradores de campaña
A César Conto, tribuno y soldado
Vencedor en la batalla de Los Chancos
(Febrero de 1877)
¡Ay de vosotros, Escribas y Fhariseos
hipócritas: porque rodeáis la mar y la tierra
por hacer un prosélito: y después de haberle hecho,
le hacéis dos veces más digno del Infierno que vosotros!
Serpientes, raza de víboras, ¿cómo
huiréis del juicio de la Gehenna?
Palabras de Jesús. Evangelio de San Matheo,
capítulo XXIII, versículos 15 y 33
I
¡Redentora misión! ¡Obra divina!
Escuchan los pequeños de la tierra
Del nazareno humilde la doctrina,
Y a los tiranos el tribuno aterra.
Amor, fraternidad tan solo encierra
La ley que Roma lúbrica abomina,
Que la paz funda do imperó la guerra
Y abismos y tinieblas ilumina.
Creación de aquel Espíritu sublime
La República fue, que vencedora,
Tronos derrumba do la planta imprime.
Corte del cristianismo falseadora,
Tiembla cobarde, avergonzada gime,
Dios te hiere por fin; ¡llegó tu hora!
II
¿Qué monstruos del Averno sus furores,
Su hiel en vuestras almas derramaron?
¿Qué pasiones malditas inflamaron
Vuestros dormidos odios y rencores?
Miserables ... vestidos de señores,
¿Los esclavos pedís que se os quitaron?
Ministros que los pueblos veneraron,
Sus verdugos sois ya, no sus pastores.
Ignorancia queréis y servidumbre,
Que así no siente del romano yugo
El pueblo la tremenda pesadumbre;
Mas a ese Dios que profanáis le plugo
En ira convertir la mansedumbre,
Y del mártir hacer juez y verdugo.
III
¡Guerra! ¿Guerra?... ¿Qué voces? ¿Por qué claman
Guerra esos hombres en el templo santo?
Difunden sus clamores el espanto,
Lágrimas dondequiera se derraman.
¡Vedlos! ¡Ministros de Jesús se llaman,
Y a nombre de aquel Justo Sacrosanto,
¡El tributo cruel de sangre y llanto
A la ignorante multitud reclaman!
Corchetes de extranjera tiranía,
De Roma esclavos viles, y traidores
A la Patria que amor os ofrecía,
Gozad de la matanza en los horrores,
Que de Dios y la Patria hay vengadores,
¡Y ya del galardón se acerca el día!
IV
Pan y tumbas buscad en otro suelo,
Ministros de exterminio y de venganza,
Que ciegos conducís a la matanza
Las greyes que a guardar os diera el Cielo.
¡Cuántos pobres hogares sin consuelo,
Ay, y de dicha ya sin esperanza
Dejan el bronce y fratricida lanza
De este vapor de sangre bajo el velo!
¡Tigres!... De sangre humana vais ahítos
Y de sangre mejor estáis sedientos:
¡De los templos salid! Salid proscritos,
Vendedores de santos sacramentos;
Y si el poder de Dios no es vil mentira,
¡Doquier os seguirá de Dios la ira!
1877