Bendita sea la hora

Bendita sea la hora
de Nicolás Fernández de Moratín


Bendita sea la hora, el año, el día 
y la ocasión y el venturoso instante 
en que rendí mi corazón amante 
a aquellos ojos donde Febo ardía. 


Bendito el esperar y la porfía
y el alto empeño de mi fe constante 
y las saetas y arco fulminante 
con que abrasó Cupido el alma mía. 


Bendita la aflicción que he tolerado
en las cadenas de mi dulce dueño 
y los suspiros, llantos y esquiveces, 


los versos que a su gloria he consagrado
y han de vencer del duro tiempo el ceño, 
y ella bendita innumerables veces.


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