Bendita sea la hora
Bendita sea la hora, el año, el día y la ocasión y el venturoso instante en que rendí mi corazón amante a aquellos ojos donde Febo ardía. Bendito el esperar y la porfía y el alto empeño de mi fe constante y las saetas y arco fulminante con que abrasó Cupido el alma mía. Bendita la aflicción que he tolerado en las cadenas de mi dulce dueño y los suspiros, llantos y esquiveces, los versos que a su gloria he consagrado y han de vencer del duro tiempo el ceño, y ella bendita innumerables veces.
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