Balmaceda/Prefacio
Prefacio
El presente volumen, reproduccion de una serie de artículos publicados de Enero de Marzo de este año en el Jornal do Commercio, sobre un libro de D. Julio Bañados Espinosa publicado recientemente, Balmaceda, su gobierno y la Revolución de 1891, no es propiamente un estudio critico, sino un resumen de esa obra, con la particularidad de que deduce de ella precisamente la tesis contraria.
Faltábame competencia en asuntos chilenos para rechazar o modificar las premisas históricas y políticas asentadas por el defensor de Balmaceda; era, sin embargo, cuestion de interpretacion sacar de ellas una conclusión enteramente opuesta. Fué lo que hice.
En esta nueva publicación he intercalado apenas una que otra idea y he añadido una nueva conclusión. También he juzgado que era mejor reducir la parte relativa de los excesos cometidos en Santiago después de la caída de Balmaceda, no porque me haya parecido inexacto el juicio que de ellos había manifestado, sino porque, de no apreciar en su conjunto el procedimiento y la obra de la revolución victoriosa, era preferible no tomar nota de un episodio aislado por significativo que fuere.
En este estudio del libro del Sr. Bañados, siento no poder expresar mi propia opinion sobre los grupos políticos y las individualidades que nos presenta.
Me he servido de los nombres de Liberales, Conservadores, Nacionales, Radicales, sin saber con certeza que especie de elementos contiene cada uno de esos partidos, sin conocer su espíritu y temperamento propios ni el carácter de su influencia individual; del mismo modo he citado los nombres de muchos personajes, cuyo valor, peso y filiación política no podría definir. Esos gabinetes que suben y bajan, esos partidos que se fraccionan y se unen, el numeroso personal que transita por estas paginas son para mi una nomenclatura tan uniforme y tan impersonal, como lo seria un cuadro de soldados cartagineses ó de vencedores en los juegos olímpicos.
Pienso por un momento tomar como punto de partida de este libro la Revolucion, que es su parte viva y cuya inteligencia no depende de ese conocimiento especial de los bastidores chilenos, de que carezco, porque puede ser vista y apreciada en la escena por cualquier espectador y se presenta como una lucha de fuerzas, de principios y de sistemas opuestos.
Parecióme, sin embargo, que el lector, para poder y querer interesarse por la Revolución, sentiría la misma necesidad que yo sentí de poseer una nocion de los antecedentes históricos de Chile y de la administración de Balmaceda.
Sin este conocimiento previo, podría acontecerle lo que acontece al que llega en la mitad de una representación: sentiría bajo de sus primeras impresiones la instabilidad de los fundamentos que haría dudoso y vago el resto de la pieza. Era preciso llenar de cualquier manera ese vació anterior y por eso acepto la versión provisoria, la historia improvisada, hecha por el mismo señor Bañados.
La América del Sur, séame licito decirlo de paso y sin aplicación a Chile, no ha tenido aun un historiador; no existe un esbozo critico completo de su existencia política; nadie ha sacado aun del vasto y confuso material enterrado en sus lejanas capitales un extracto de su historia; no hay nada escrito bajo el punto de vista universal. Lo que hay o ha sido hecho por extranjeros que no conocen las cosas de estos países y escriben por informaciones que no comprueban, hilvanando con preferencia algunos datos sueltos de estadística mal llevada; o es obra de partidarios de los diversos Gobiernos, encargados de glorificarlos y que, ingenuamente, por no decir imbécilmente, desempeñan su gran empresa de inmortalización con la seguridad infalible de momificadotes egipcios.
Esta sensible laguna en la literatura historica moderna, habría de ser llenada mas temprano tal vez de lo que se cree, cuando surja la cuestion de la América Latina á que me refiero en las ultimas paginas de este libro.
Al dar á estos artículos la forma menos efímera de libro, debo renovar la reserva que hice en uno de ellos: -que sus conclusiones expresas no son definitivas; que son apenas lo que se deduce, para mi con la mayor evidencia, de la version del Sr. Bañados y del mismo Balmaceda y que muchos de estos juicios podrían modificarse por el conocimiento directo de Chile, de sus hombres, de su estado social. En ciertos puntos importantes, sin embargo, me admiraría mucho si llegase alguna vez á vacilar como entre otros, sobre estos: la responsabilidad de Balmaceda en el rompimiento entre el Gobierno y la sociedad chilena; la inconstitucionalidad de su actitud; la impracticabilidad de cualquier evolución ventajosa para Chile por el medio revolucionario que el escogió y con los elementos personales de que se rodeo; por ultimo, el carácter innecesario, inexcusable de proscripción y tiranía que revistio su Dictadura.
Quien leyere ahora estas paginas de seguido vera que no he pretendido, como algunos han creído, exponer, a pretexto y a cubierto del incidente chileno, los hechos, los personajes y las teorías de la Dictadura que estuvimos sometidos, ni hacer un paralelo entre ambas revoluciones. Si me propusiese estudiar, en vez de la de Chile, la crisis brasilera de 1893-94, de la cual no se puede decir que hayamos salido del todo, y que nadie negara que ha sido un desarrollo de la situación militar del 15 de Noviembre, mis comentarios recaerían sobre puntos diversos de los que me llamaron la atención en los sucesos de Chile.
Ciertamente, hay grandes semejanzas entre lo que allí paso y lo que nosotros mismos presenciamos después, y en este libro se encontrara muy a menudo algunos juicios que se aplican perfectamente a nuestros propios asuntos; las diferencias, empero, tienen mucha mayor importancia que las semejanzas; estas son superficiales, externas, casuales; aquellas, por el contrario, son profundas, vitales, extremas y serian estas ultimas, mas que las primeras, las que yo procuraría analizar, si hubiere de escribir un ensayo sobre el Jacobinismo brasilero, tan característicamente diferente de las otras formas de opinion y desgobierno sudamericanos.
JOAQUÍN NABUCO.
Rió de Janeiro, 26 de Abril de 1895.