Baladas españolas/No miréis a la novia


¿Veis aquel grupo lijero,
que como vago fantasma
en alas del invisible
viento, atraviesa la plaza?
Es Ana y Antón su novio;
Ana y Antón, que se casan
delante del padre cura
como el catecismo manda...
Mas no miréis a la novia,
que se pone colorada.

¿Veis que llegan a la iglesia,
y que a la puerta se paran,
y con misterio les abren,
porque con misterio llaman?
Yo soy también convidado:
entrad conmigo, muchachas,
y callandito atisbemos,
que ha de haber materia larga...
Mas no miréis a la novia,
que se pone colorada.

¡Qué tieso viene el padrino!
y la madrina ¡qué maja!
¡De gala también el cura!
los convidados de gala,
¡y hasta el sacristán se ha puesto
su bonete y su sotana!
¿Y los novios?,... ¡ay! ¡qué tristes!
casi parecen estatuas...
Mas no miréis a la novia,
que se pone colorada.

Ya el padrino y la madrina
se ponen... vamos, en facha,
los novios se dan las manos,
y los convidados callan.
Ya abre el libro el padre cura,
y el sacristán se prepara
a ponernos con su hisopo
como de ropa de pascua...
Mas no miréis a la novia
que se pone colorada.

Ya empieza... -«In nomine Domini.
»Virgo...»-¡No os riáis, muchachas!
que yo os lo iré traduciendo
en la lengua castellana.
Dice... -¡Antón baja los ojos!
Dice...-¡ella también los baja!
Dice que... -Sois la más pícara,
la más pícara canalla...
¿por qué miráis a la novia,
que sé pone colorada?

Prosigue el latín. Dejadme
escuchar. -«Ana, oye, Ana,
»yo te caso con Antón
»para aumento de tu raza...»-
¡Muchachas! ¿queréis callaros?
¡qué cuchicheos! ¡caramba!
»Crescite et multiplicamini...
¿Queréis callaros, muchachas,
y no mirar a la novia,
que se pone colorada?

¡Chist! ya empieza lo más bueno:
no la miréis... no miradla.
El cura dice: -«Ana, eres
»de Antón, tu marido, esclava.»-
¡Y Ana le mira... y se ríe!
¡qué bueno es lo que se calla!
un -nones- mondo y lirondo:
un -nones- como una casa...
Mas no miréis a la novia,
que se pone colorada

Ya el cura dice el responso...
no, la postrera palabra;
y Antón ya se da por muerto...
muerto me encuentre en su cama.
La niña sale del susto,
y los padrinos la abrazan,
y Antón la coje... la coje
por estrechar las distancias...
Mas no mires a la novia,
que se pone colorada.

¡Cómo corren, cómo corren,
que se retiran a casa!
Antón vuela como un pájaro;
la niña... como una pájara.
Pero los pobres padrinos,
que son ya viejos, se cansan,
y solitos los casados
adelantan... adelantan...
Mas no miréis a la novia,
que se pone colorada.

Ya sonó el último brindis:
ya son las doce muy dadas:
ya los viejos se hacen señas:
ya se ríen las muchachas:
ya las madres dan consejos:
ya cierra los ojos Ana:
ya los abre su marido...
-y ya mi cuento se acaba,
porque el cuarto queda oscuro,
y nadie sabe si Ana...
palidece o reverdece,
o se pone colorada.