Baladas españolas/Historia universal


La niña, que hurtando
el cuerpo a su madre
al monte se escapa
y vuelve muy tarde,
sus manos de leche
trae llenas de sangre.
-¡Niña! ¡niña! ¡niña!
(le dice su madre):
¿Por qué traes las manos
de color de sangre?
-¡Ay de mí! (responde
la niña), ¡Dios sabe
que al coger las rosas
de nuestros rosales
traidoras espinas
hiciéronme sangre!

La niña escapada,
que vuelve muy tarde
de andar por los campos
con un tierno amante,
los labios trae rojos,
brotándole sangre.
-¡Niña! ¡niña! ¡niña!
(le dice su madre).
¿Por qué traes, los labios
de color de sangre?
-¡Ay de mí! (responde
la niña), ¡Dios sabe
que comiendo moras
allá en los zarzales,
teñime los labios
de color de sangre!

La niña bonita
hoy vuelve mas tarde
sin sangre los labios,
las manos sin sangre,
que más bien parece
viviente cadáver.
-¡Niña! ¡niña! ¡niña!
(le dice su madre):
¿Por qué está tan pálido
tu hermoso semblante?
-¡Ay madre! (responde
la infeliz), ¡ay madre!
Si mis manos viste
de color de sangre,
fue porque en las suyas
las cogió mi amante;
si viste mis labios
de purpúreo esmalte,
fue porque a los suyos
los juntó mi amante;
y hoy ves en mi rostro
color de cadáver,
¡porque me ha engañado
mi pérfido amante!