Baile de máscaras
El salón, por deliciosas
Mujeres, se halla adornado;
Parece estuche dorado
Lleno de piedras preciosas.
¡Oh brillante diversión!
Notas, perfumes, colores,
Gasas, diamantes y flores,
En lujosa confusión!
Los brilladores reflejos
De los ojos de las bellas;
La luz, salpicando estrellas
En los grandiosos espejos;
Los tapices, las pinturas,
Los elegantes tocados,
Las alfombras, los brocados,
Las correctas esculturas,
Los cojines orientales,
Las blondas, la gentileza
De las damas, la riqueza
De mármoles y cristales,
El raso, perlas y tul,
Plumas, risas y fragancia,
Forman de la hermosa estancia
Un mundo de oro y azul
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Allí se ve al caballero
Feudal, al cinto la espada,
Ostentando la celada
Y la cota del guerrero,
Prodigando madrigales
A una linda jardinera
De rizada cabellera
Y pupilas celestiales.
Allá, un alegre estudiante
Baila con una sultana;
Aquí, una lista aldeana
Se burla de un almirante.
Allí, un grave capuchino
De mirada tenebrosa
Y barba blanca y sedosa,
Baila, en raudo torbellino,
Con una bella gitana
Que luce negra mantilla,
Y exhibe la pantorrilla
Bajo la falda de grana.
Mirad, mirad aquel clown
En brazos de alta señora;
Ved aquí, esta labradora
Bailar con un infanzón.
Allá, marcha un mosquetero
Con una monja del brazo;
Mirad, en estrecho lazo,
Una reina y un torero.
Allí, un astrónomo gira
Bordado el manto de estrellas
En derredor de las bellas
Aquel trovador suspira.
Y se encuentran confundidos
Payasos, reyes, gitanos,
Griegos, moros y cristianos,
Guerreros, frailes, bandidos.
Monjas, magas, bailarinas,
Labradoras y princesas,
Rusas, gitanas, inglesas,
Moras, gallegas y chinas.
Y en medio de ese ruido,
De esta locura y afán,
Del espumante champán
Se oye el báquico estampido.
Y vestido de escarlata,
Y ceñida la tizona,
Mefistófeles entona
La sublime serenata.