Ay, malogrados pensamientos míos
¡Ay, malogrados pensamientos míos
en juveniles años acabados,
desordenados, torpes desvaríos
en rigurosa estrella començados!
¿Quién sufrirá tan ásperos desvíos
ni la violencia de mis tristes hados,
ni quién tendrá esperança ya en los bienes,
si el alma s'esfuerça y crecen los desdenes?
¡Ho, quántos daños nacen de una ausencia,
quántos temores y desconfianças!
Y aún es sufrible esta áspera dolencia,
si no fuesen tan ciertas las mudanças
que amanse un tierno pecho de paciencia.
¿De qué puede servir sin esperanças
ni dar el alma en prendas y rrehenes,
si el mal s'esfuerça y crecen los desdenes?