Aurora vengativa
de Manuel Botelho de Oliveira

I
Aurora vengativa
De nublados enojos,
Con que al día agravió noche estrellada,
Lucidamente airada,
Castigando a la noche fugitiva
Sus oscuros despojos,
El manto le rompió, cegó sus ojos.

II
De flores coronada
Derrama dulcemente
El néctar matutino al Sol infante,
Que se mece brillante,
Siendo el rocío leche destilada,
Que en niñez de viviente
Leche el Alba le da, cuna el Oriente.

III
De suerte que luciendo
Con aplauso canoro,
Del Rey del Cielo es Nuncia brilladora,
Y de la roja Aurora,
Como de roja flor, el Sol naciendo,
Brota en bello tesoro
La flor de rosicler, el fruto de oro.

IV
Sale el farol radiante,
Alma hermosa de Mayos
Pestañeando al día luz dudosa,
Y si es en gracia hermosa
Del Hemisferio claro ojo flamante
Forma en rojos ensayos
Por frente el Cielo, por pestañas rayos.

V
Tirando al coche, luego
Calor ardiente ahúman
Los caballos en calles de esplendores,
Y en lucidos ardores
Estrellas pisan, y relinchan fuego,
Y porque más presuman,
Púrpura ruedan, resplandor espuman.

VI
El Cielo venerado
Con plácida armonía,
Que alterna al aire volador desvelo,
Con reverente celo
Al Cielo le festejan lo sagrado
En cultos de alegría
Siendo lámpara el Sol, y templo el día.

VII
El Oriente vestido
De purpúreos candores
Jazmines viste, rosas purpurea,
Y si de luz se asea,
Luminoso se ve, se ve florido
De suerte, que en primores
Jardín de rayos es, Cielo de flores.
Canción, si quieres ser eternizada,
Di que en calladas tintas
Cuando pintas el Sol, Anarda pintas.

Esta poesía forma parte del libro Música de el Parnaso (1705)