Aritmética del amor
Nota: se ha conservado la ortografía original, excepto en el caso de la preposición á.
Todo amante llega, más tarde ó más temprano, al terrible caso de creer, cuando su novia se lo dice, que tres y dos no son cinco.
Cuando el amante es marido, ya ha aprendido algo más; ya sabe, cuando repasa las cuentas de gastos de su esposa, que dos y tres son lo menos cuarenta y siete.
Las reglas del amor son cuatro: sumar, restar, multiplicar y dividir.
Un novio no tiene regla fija. Un marido entiende de sumas admirablemente.
Por ejemplo:
Un vestido para el baile de la generala... 6.000 rs.
Un aderezo para el té de la condesa....... 9.000 rs.
Una caja de guantes............................... 1.000 rs.
Ahora viene la resta.
Sueldo del marido............................. 8.000 rs.
Alfileres de la señora....................... 16.400 rs.
Estas operaciones se llaman en la aritmética matrimonial trampas.
Por lo demás son operaciones corrientes.
La multiplicación es una operación facilísima, cuyo resultado inmediato es un chiquitín muy mono y un primer diente que ha costado 600 reales y doce mil desazones.
El orden de factores no altera el producto.
Por ejemplo: la señora de Tal ha dado a luz un niño que no se parece a su papá.
Corolario. Existen números primos.
La regla de partir es la más grave de todas.
Un amante ó un esposo están partidos en cuanto no tienen suficiente carácter.
Se llama amante entero, el que no tiene medios.
Se llama esposo quebrado el que pierde en una jugada de Bolsa lo que trajo la señora de dote.
Para partir un entero por un quebrado, se coge una tranca, se espera a que el entero pase adelante, y se le divide.
¿No es en el lado izquierdo donde todos tenemos el corazón?
Pues en ese caso, el corazón de una coqueta es un cero a la izquierda.
Apéndice. Ciertas mujeres se parecen al cero. En cuanto se ponen al lado de uno, vale uno diez veces más que antes.
Todo amante celoso debe sustraerse, y todo
marido viejo debe multiplicarse.
La mujer más cabal tiene sus más y sus menos.
Casi todas han adoptado como axioma la observación siguiente:
Los amores sin-ceros, no valen gran cosa.
Debe adoptarse por esposa la mujer que no tenga cuenta.
Un amante debe ser siempre el número uno.
Un matrimonio infeliz es un error de cálculo.
El amor es la suma dedos almas iguales.
Amar un año y casarse después es cambiar un duro en plata por veinte reales en cuartos.