Ardese Troya, y sube el humo escuro
Ardese Troya, y sube el humo escuro
al enemigo cielo, y entretanto,
alegre, Juno mira el fuego y llanto:
¡venganza de mujer, castigo duro!
El vulgo, aun en los templos mal seguro,
huye, cubierto de amarillo espanto;
corre cuajada sangre el turbio Janto,
y viene a tierra el levantado muro.
Crece el incendio propio el fuego extraño,
las empinadas máquinas cayendo,
de que se ven rüinas y pedazos.
Y la dura ocasión de tanto daño,
mientras vencido Paris muere ardiendo,
del griego vencedor duerme en los brazos.