Ardía, en varios cercos recogido
Ardía, en varios cercos recogido, del crispante cabello en torno, el oro, que en bellos lazos coronado adoro, dichoso en el dolor del mal sufrido. Vibraba el esplendor esclarecido y dulces rayos, del amor tesoro, por quien en pérdida busco fiel y lloro la gloria de mi daño consentido. Veste negra, descuido recatado, suave voz de angélica armonía era, mesura y trato soberano. Yo, que tal no esperaba, transportado, dije, en la pura luz que me encendía: «No encierra tal valor semblante humano».