APOTEOSIS[1]

 

A Rubén Darío.


I

 
Paso al conquistador de las estrellas
Paso al gran taciturno, al soñador
Y la Marcha Triunfal sus notas bellas
Dé al aire que se acerca el triunfador.

Cubrid el suelo de fragantes flores
Traed laureles y traed acantos
Y a la gloria sin par de los tambores
Juntad la majestad de vuestros cantos.


¡Gloria al poeta sembrador de soles!
¡Gloria al adusto soñador sombrío!
Gloria al que viene en nimbo de arreboles
Gloria al artista-luz Rubén Darío.

¡Loor al hijo del inmortal Lelián
Hijo de Kalidasa, el poeta del Sol!
¡Loor al hijo predilecto de Pan
Hijo de Homero y Netzahualcoyotl!

Aquél es! Brotan flores donde huella
Tiene en los ojos brillos de rubí
Lleva en la frente una radiosa estrella
La estrella del gigante Avengalí.

Oh poeta de mágico renombre
En tu triunfo de magno trovador
Oye la voz: recuerda que eres hombre
Como el bravo romano triunfador.

II


Heraldo del Alba de un nuevo jardín
Príncipe del ritmo, amante del arcano
Viniste en el cisne del rey Lohengrín
La luz en la mente, la lira en la mano.

Oyendo tus versos de rítmico ensueño,
Mirando tus cisnes, blancos alabastros,
Sentíme inválido de un místico sueño:
Te vía cruzar persiguindo los astros.

Icaro impotente rugía de ira,
E águila al verte paraba su vuelo,

Y en tanto cantabas, en torno a tu lira
Un meeting de estrellas te oía en el cielo.

III


Las quejas de Lugones por fin has escuchado
Y en una hermosa réplica nos ha demostrado
Que el filón de oro de tus versos no tiene fin
Que el raudal de tu poesía nunca agotas
Y siempre hay nuevas notas
En tu viejo violín.
Gracias, maestro, las musas dicen en coro
Porque en el regio alcázar de tus versos
Sigue sonando el surtidor de oro;
Porque en ritmos diversos
Siempre nuevos, siempre grandes, siempre hermosos
Resuenan tus extrañas melodías
Tus cantos deleitosos
Tus divinas armonías
Tus sueños orquestales y pomposos.



  1. Esta composición fué escrita cuando se anunció la venida de Darío a Chile.